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Consultas acerca de la educación de los hijos

 

Consulta

 

Hola, soy madre de un niño de 8 años. Hasta hace poco mi hijo era un niño encantador y apenas teníamos problemas, pero desde hace unos meses todo cambió. Se ha vuelto muy contestón y no me obedece: no quiere hacer los deberes, no recoge sus juguetes y cuando le llamo, parece como si no me oyera, pero le hemos revisado la audición y todo es normal. En nuestra vida no ha habido ningún cambio importante, no entiendo por qué mi hijo cambió tanto de repente ni sé qué puedo hacer.  Intento ser comprensiva con él, pero cuando se pasa de la raya, le levanto la voz y a veces le castigo sin ver la tele, pero nada parece funcionar. ¿Qué estaré haciendo mal?

 

Respuesta

 

 

Hola:

 

La educación de los niños no es una tarea sencilla. Muchos padres creen que, o bien repitiendo los patrones que tuvieron sus padres, o bien compensando aquello que no les gustó de ellos, conseguirán educar a sus hijos de forma eficaz. Muchas veces parece que todo marcha bien, pero de repente, pueden aparecer dificultades. Por ello, es necesario mejorar como padre/madre, aprender y formarse en esta tarea.

 

Intentas ser comprensiva con tu hijo a la vez que también le castigas, para darle algo de firmeza. Ser firme y amable es la base de lo que los psicólogos llamamos “disciplina positiva”, una forma eficaz de educar a los hijos. Sabes cuál es la clave: que no se puede ser siempre autoritario ni siempre permisivo y comprensivo, ambos extremos son nefastos. Sin embargo, te recomendamos que profundices más en ello para ayudarle a tu hijo a crecer de una forma sana.

 

Aquí te planteamos algunas pautas:

 

1. Los límites

 

Es muy importante que se establezcan unos límites de hasta dónde se puede llegar. Tal vez el cambio de comportamiento de tu hijo se deba a que, según va madurando, quiera probar los límites, saber lo que se puede permitir y lo que no. Esto es un comportamiento muy habitual. Cuando los hijos descubren que sus padres son firmes y que no les dejan cometer ninguna locura, se sienten mucho más seguros en la relación. Es muy importante que se establezcan límites claros, razonables y los padres sean coherentes. Es preferible que haya unas pocas reglas claras en lo esencial, y al margen de ellos los niños tengan un espacio para aprender a tomar alguna decisión. Una regla puede ser que hay que dedicarle cada día al menos 1 hora a los deberes (el tiempo dependerá de cada niño y de la exigencia de su colegio) y que los deberes tienen que estar hechos antes de la cena, pero el niño puede elegir en qué momento hace estos deberes y si prefiere estudiar 30 minutos, luego descansar y luego retomar otros 30 minutos.

 

2. Tener en cuenta los sentimientos de los niños

 

Otra de las causas del “mal comportamiento” de los hijos es que no se tengan en cuenta sus sentimientos. Cuando el niño hace algo que no nos gusta, lo habitual es castigarle directamente (“Vete a tu cuarto a reflexionar”). De esta forma el niño no se siente comprendido y puede seguir haciendo cosas “molestas” para llamar nuestra atención, para ver si en esta ocasión sí le vamos a entender. Por ello, es muy importante que primero le escuchemos al niño, que nos explique su versión de los hechos y de cómo se siente al respecto. Después le explicamos que lo que ha hecho no es admisible y las razones de ello y, finalmente, procuramos buscar una solución de forma conjunta, implicándole a él en ello: ¿qué podríamos hacer para que esto no se vuelva a repetir?

 

3. Utilizar consecuencias naturales

 

Muchas veces utilizamos castigos que no tienen mucho que ver con lo que el niño ha hecho. De esta forma, le transmitimos que no debe hacer una determinada cosa por miedo al castigo (y en el peor de los casos, el niño ni siquiera relacionará lo hecho con el castigo). Es preferible aplicar la consecuencia natural: el niño aprenderá así qué consecuencia tiene una determinada conducta y no la repetirá porque entenderá que esa conducta no aporta nada positivo. Por ejemplo, si un niño no recoge los juguetes con los que ha estado jugando y le dejamos sin ver su programa favorito en la tele, pero recogemos los juguetes por él, el niño aprenderá que si hace algo malo, se lo devolvemos con algo malo. Sin embargo, si le decimos que queremos tener la casa ordenada y que como no ha recogido los juguetes antes, ahora no puede empezar a ver su programa favorito hasta que los recoja, el niño aprenderá que hay que tener los juguetes recogidos antes de su programa, porque si no, lo tendrá que hacer después y se pierde algo que le gusta. La diferencia es sutil, pero es muy importante.

 

Estamos a tu disposición si necesitas una atención más personalizada para tu caso.

 

María Olsanska

 

 

 

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