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Libros para crecer

 

curar el trauma

 

Curar el trauma - Peter Levine y Ann Frederick, 1999

 

 “Todo me da miedo. Me da miedo levantarme por la mañana. Me da miedo salir de casa. Me aterra la muerte... no la idea de morir algún día, sino la sensación de que voy a morir en los próximos minutos. Temo la ira... la mía propia y la ajena, incluso cuando no está presente. Temo el rechazo o el abandono. Temo el éxito y el fracaso. Todos los días me duele el pecho, y siento un hormigueo y un entumecimiento en brazos y piernas. Casi a diario sufro calambres cuya intensidad oscila entre los calambres típicos de la menstruación y el dolor intenso. Me siento mal constantemente. Creo que no puedo seguir así. Me duele la cabeza. Siempre estoy nerviosa. Me falta el aliento, se me acelera el corazón, siento desorientación y pánico. Mi boca está seca y siempre tengo frío. Me cuesta tragar. No tengo energía ni motivación, y cuando consigo algo, no siento satisfacción. Me siento abrumada, confusa, perdida, impotente y desesperanzada todos los días. Padezco estallidos incontrolables de rabia y depresión…”

 

“El trauma se ha convertido en algo tan habitual que la mayor parte de la gente ni siquiera reconoce su presencia. Afecta a todo el mundo. Cada uno de nosotros ha tenido una experiencia traumática en algún momento de su vida, nos haya dejado un evidente estrés postraumático o no.La buena noticia es que no tenemos que vivir con él; al menos, no para siempre. El trauma se cura, y aún es más fácil prevenirlo. Se pueden curar sus síntomas más extraños si estamos dispuestos a que nuestros instintos naturales, biológicos, nos sirvan de guía. Para conseguirlo, tenemos que aprender una nueva forma de comprendernos y experimentarnos a nosotros mismos. Para la mayoría de nosotros, será como vivir en una nueva y extraña tierra”


Argumento


En este extraordinario libro, el experimentado psicólogo Peter Levine, con veinticinco años de experiencia tratando el trauma cuando escribió el libro, sintetiza todo su inmenso conocimiento y su gran experiencia, profundizando en un tema esencial: el trauma en los humanos, sus causas y consecuencias y, si como se dice desde algunos ámbitos, es algo  ineluctable, acaso solo susceptible de ser anestesiado con medicamentos y psicofármacos, o puede hacerse algo con él.


Como digo, el doctor en psicología Peter Levine, no habla desde el “coaching místico”, ni desde las ocultas enseñanzas de un gurú o un astrólogo, habla desde su inmensa experiencia y su inmenso conocimiento en este campo. En realidad, ésta es una de las ventajas que tenemos los psicoterapeutas, que en realidad tenemos al menos dos carreras, la que hacemos en la Facultad, con mucha teoría, con mucho estudio, y la segunda y más importante carrera, es la que vamos elaborando con nuestra experiencia práctica. 


Algunas importantes conclusiones sobre las que profundiza el doctor Levin respecto al trauma son:


-Desde su valiosísima experiencia, el doctor Levin no cree que el trauma sea algo inacabable, de hecho puede ser algo extraordinario o al menos algo significativo en la vida:

 

“El trauma es un acontecimiento en la vida. Sin embargo, no tiene por qué convertirse en una cadena perpetua. El trauma no solo se puede curar, sino que, con una guía y con el apoyo adecuados, puede resultar transformador.”

 

“Tiene el potencial para ser una de las fuerzas más significativas para el despertar y la evolución psicológica, social y espiritual. Nuestra forma de gestionar el trauma (como individuos, comunidades y sociedades), influye poderosamente en nuestra calidad de vida. En última instancia, afecta al modo en que sobreviviremos como especie, e incluso a si lo lograremos o no.”

 

- Los seres humanos somos bastante frágiles respecto al trauma:  desde luego que un hecho que ponga en peligro nuestra vida, como un acto violento,  un accidente,  una violación, un fenómeno natural agresivo,  puede crearnos un trauma.  Pero muchos otros acontecimientos, por ejemplo, y esto es muy resaltable, una intervención médica cuando nos sentimos desprotegidos puede también crearnos ese trauma, incluso hechos más sencillos, como habernos sentido en ridículo o indefensos, etcétera. 


-  Lo que podemos decir entonces, según este autor, es que todos estamos en parte traumatizados. El haber ignorado el trauma, y de una forma aún más completa, la vida interior, cosa que ha hecho la cultura occidental, no ha acabado con el problema como podría pensarse de forma ingenua, muy al contrario, lo ha agravado. Es decir, “no quieres caldo, tres tazas llenas”; no quieres sufrir y huyes de sufrimiento, pues te vas a jartar…

 

“Buena parte de la violencia que asola a la humanidad es el resultado directo o indirecto de un trauma no resuelto que se representa por medio de intentos fallidos de restablecer una sensación de empoderamiento.”

 

- Con muchos ejemplos, el autor pone en cuestión nuestro “progreso” respecto al tratamiento del trauma, algo en lo que no puedo estar más de acuerdo. El trauma está en la raíz de la vida, y debería ser considerado como de las cosas más importantes. En muchas culturas llamadas primitivas,  la gestión del trauma, y en general de la salud mental, tiene una visión mucho más holística y mucho menos mercantilista, con efectos notablemente mejores que los actuales.

 

“La inseparable unidad de cuerpo y mente que, a lo largo del tiempo, ha sido el pilar práctico y filosófico de la mayor parte de los sistemas tradicionales de sanación del mundo está ausente, por desgracia, en nuestro moderno sistema de comprensión y tratamiento del trauma.”

 

“Más allá de la visión mecanicista y reduccionista de la vida, existe un organismo sensible, perceptivo, consciente y vivo. Este cuerpo viviente, una condición que compartimos con todos los seres sensibles, nos transfiere su innata capacidad para superar los efectos del trauma.”

 

“A lo largo de la historia oral y escrita, la tarea del chamán, o sanador de la tribu, ha sido ayudar a restaurar el equilibrio y la salud en individuos o comunidades en las que se han visto perturbados. En contraste con la medicina occidental, que ha tardado su tiempo en reconocer el impacto debilitante del trauma, las culturas chamánicas han admitido este tipo de heridas desde hace mucho tiempo”

 

- Otra conclusión importante es que para gestionar y curar el trauma deberíamos dar un giro copernicano: pasar de la huida y el alivio a la consciencia, a la concienciación, a recuperar el cuerpo, a restablecer la unión de los tres cerebros que tenemos, a volver a nuestras sensaciones, en definitiva a dejar de huir y cultivar otro tipo de vida mucho más saludable: 

 

“Aquí se encuentran las raíces del trauma. La desconexión de la percepción sensible de nuestra pertenencia deja a nuestras emociones a la deriva en un vacío de soledad. Permite a nuestra mente racional crear fantasías basadas en la desconexión en vez de en la conexión. Estas fantasías nos obligan a competir, a hacer la guerra, a desconfiar unos de otros, y erosionan nuestro respeto natural por la vida.”

 

- Igual que el doctor Naranjo, en su libro ”Curar las mentes para cambiar el mundo”,  el doctor Levine habla de la importancia del trauma, de nuestra ignorancia o desidia frente a él y las terribles consecuencias que esto tiene:

 

“El trauma se encuentra entre las causas primordiales de la forma adoptada por la guerra moderna. La perpetuación, escalada y violencia de la guerra pueden, en parte, atribuirse al estrés postraumático”


Lo mejor


Este libro, basado, como digo, en muchos años de experiencia terapéutica y en un conocimiento extraordinario, refleja la importancia que tiene nuestra salud mental en nuestra vida, la importancia que deberíamos darle. Con ejemplos prácticos, con reflexiones profundas, con una visión humanista, resulta una lectura inspiradora y de estudio. 



Lo peor


Quizás lo peor del libro sea su parte práctica, queda algo corta en cuanto al trabajo con nuestro trauma. Nos ayudará a comprender el trauma, contextualizarlo en su complejidad humana, a ayudarnos a comprender cómo en nuestros ciegos intentos de sentirnos bien, lo agravamos, haciendo ver que para lograr algo, sea lo que fuere, “no hace falta querer, sino querer y también saber”. Una bonita frase de la filósofa Simone Weil decía algo así (no la recuerdo literal) como que no queramos conseguir con la voluntad lo que hay que conseguir con el darse cuenta; es decir, que, por mucho que empujemos no abriremos una puerta a menos que, sin ningún esfuerzo, metamos la llave y la giremos.


Qué puedo aprender de este libro

 

Levine recorre el camino recorrido previamente por otros psicólogos, si bien, con su idiosincrasia particular.

 

Recorre el camino de Freud al ver el trauma como algo impactante en la (en principio) frágil psique humana y la “compulsión a la repetición”, esto es, la recreación una y otra vez (en forma de sueño, de compulsión, de empoderamiento) ante el dolor sufrido. E igual que Sigmund, ve en la introyección de lo cultural (del debería ser o el moralismo rígido) un impedimento para la sanación.

 

Recorre aún más el camino de mi psicólogo favorito, el gran Fritz Perls, en su reconocimiento que es el alejamiento del instinto, de esa “desanimalización”, que acaba finalmente en deshumanización, lo que nos impide seguir el proceso de sanación, que los animales o las culturas primitivas podían tener, desde su conexión a sí mismos y a su naturaleza más primitiva.  

 

En este punto, me recuerda a él especialmente cuando reconoce, igual que lo hizo Perls de forma brillante, como la mente racional o discursiva complica mucho más las cosas. Perls llamó a esto, a esta racionalización, “bullshit” o mierda de toro (siempre tan ácido). En este libro, Levine se refiere a ello:

 

“Parafraseando a Dostoievski en Memorias del subsuelo, nadie puede vivir sin ser capaz de explicarse a sí mismo lo que le está pasando, y si algún día no es capaz de explicárselo, dirá que se ha vuelto loco, y esta será la única explicación que le quede. El sentimiento de Dostoievski se refleja en el psicólogo contemporáneo Philip Zimbardo, que escribe lo siguiente: «La mayor parte de las enfermedades mentales no representan un deterioro cognitivo, sino [el intento de] una interpretación de estados internos discontinuos o inexplicables». La mayoría de las personas considera que las experiencias inexplicables son algo que debe explicarse”

 

Y también me recuerda tanto al grandísimo psiquiatra chileno Claudio Naranjo que además, de, como dije antes, coincidir plenamente en lo que dice este autor y también decía, entre tantos, el filósofo Krishnamurti “que la paz del mundo se asiente en la paz mental (o salud mental) de las personas que lo conformamos”. Coincide, además, en comprender que los problemas emocionales y psicológicos que derivan en problemas vitales, relacionales y sociales, tienen que ver con la relación que establecen los tres cerebros que nos conforman (reptiliano, mamífero y humano), pues en el humano occidental, analfabeto emocional, están cada uno a su bola, desde nuestra apuesta ciega a la preponderancia absoluta del cerebro racional, obviando y negando los otros dos (que son cosa primitivas, feas, lamentables, propias de ignorantes, propias de seres subdesarrollados)...

 

“En el proceso de la curación del trauma integramos nuestros tres cerebros. La transformación que tiene lugar entonces cumple nuestro destino evolutivo. Nos convertimos en animales completamente humanos, capaces de desarrollar todas nuestras habilidades naturales. Somos guerreros orgullosos, educadores atentos, y todo lo que hay entre ambas cosas.”

 

Por todo ello, por el contexto y los ejemplos, por el cuestionamiento y la valentía, por la apuesta en el famoso “camino del héroe”, que en nuestra cultura hemos cambiado por el “camino de la hormiga” (acumula que te acumula) o el “camino del ratoncito” (llenos de miedo buscando compulsivamente alivio), te recomiendo la lectura de este extraordinario libro.

 

Jose Bravo


 

 

Que sea amor del bueno

 

Que sea amor del bueno - Marta Martínez Novoa, 2022


“Siempre hemos empezado a construir la casa por el tejado. Antes porque se creía que el amor era para siempre y solo sucedía una vez y por eso había que luchar por él aunque doliera, aunque solo llenara la nevera, pero no el corazón. Y, ahora, porque mucha gente cree que quizás el amor no llegará nunca y ni siquiera será tan importante si lo hace, pero que si tienes unos ojos que te miren, unas manos que te desvistan y un WhatsApp lleno de nombres, tu autoestima siempre estará sostenida, aunque a veces resbales.”


“Te ha pasado alguna vez que la persona con la que estabas quedando, y con la que todo parecía ir genial, rompiera todo contacto contigo sin darte ninguna explicación? ¿O que tu mejor amiga se pasara días y días respondiéndote con monosílabos sin que tú supieras qué estaba pasando a pesar de preguntárselo? (...) No me sorprendería que pensases que todas estas situaciones son desagradables pero normales, que la gente es como es y hay que asumirlo. Pues déjame decirte que yo no estoy de acuerdo: que hayamos normalizado según qué cosas no quiere decir que sean normales ni que tengamos que resignarnos y aguantar porque es lo que toca. En todos estos ejemplos hay algo muy importante que falla: la responsabilidad afectiva.”


Un libro que trata un importante tema: la responsabilidad afectiva. Actualmente nos hemos liberado de normas rígidas en las relaciones afectivas, sobre todo de pareja, que, muchas veces, se traducían en un gran sufrimiento con tal de mantener la relación. Pero con esta liberación, en vez de promover un equilibrio y actitudes sanas en nuestras formas de relacionarnos, lo que más se ha extendido ha sido el otro extremo, relaciones fugaces, sin compromiso, sin siquiera ponerles un nombre y, lamentablemente, muchas veces, sin saber qué esperar de ellas. Esto suele ser muy común sobre todo en personas jóvenes: me encuentro muy frecuentemente en las sesiones de terapia con personas en torno a unos 20 años con un gran sufrimiento por situaciones como las que describe la autora en el párrafo anterior. La responsabilidad afectiva hace referencia a que todas nuestras acciones tienen consecuencias en los demás y actuar en las relaciones, con la excusa de que quiero ser libre y sin ataduras, como si la otra persona no tuviera emociones, expectativas, como si no buscara algo de reciprocidad en la relación, como si fuera un mero objeto con el que satisfacer nuestras propias necesidades emocionales, genera mucho sufrimiento.


La autora nos enseña cómo identificar situaciones en las que alguien no está actuando con responsabilidad afectiva y nos propone formas de actuar ante ello. También nos ilustra qué motiva a una persona a instalarse en este patrón, a la vez que nos habla de qué nos puede llevar a caer una y otra vez y/o a permanecer en relaciones en las que recibimos este trato irresponsable, habitualmente sin entender muy bien qué ocurre, con nuestra vida llena de sufrimiento. 


Lo mejor


Tal y como hace el libro, hoy en día es necesario señalar la otra cara de la moneda de la liberación en las relaciones afectivas. Es igualmente necesario que comprendamos hasta qué punto nos afecta que nuestros vínculos surjan muchas veces a través de redes sociales, que encontrar a una persona con la que relacionarnos (fugazmente, sin compromisos, por supuesto), sea tan fácil como hacer un pedido de cualquier producto o comida, que podamos estar en constante comunicación a través de Whatsapp (estemos donde estemos o hagamos lo que hagamos). Si nos enfrentamos a esta nueva realidad sin tener en cuenta sus peligros, sin establecer límites claros y, sobre todo, creyendo que, para satisfacer nuestras ganas de sentir afecto y compañía, podemos actuar de la misma forma que pediríamos comida a domicilio para librarnos del hambre, sin darnos cuenta que las personas no son un producto del mercado, estamos generando una gran confusión y dolor a nuestro alrededor. La autora utiliza para ello la definición de “relaciones líquidas” del sociólogo Zygmunt Bauman.


“Las relaciones líquidas son vínculos interpersonales caracterizados por la falta de compromiso, implicación y calidez. Son relaciones pasajeras que nunca solidifican, sino que se emplean para satisfacer una necesidad concreta e individual, muy en la línea de la mercantilización y la sociedad de consumo. Así, no es raro que una persona que te haya hecho daño con sus idas y venidas justifique su comportamiento ante sí misma diciéndose: si puedo tener una hamburguesa en casa con un clic y en quince minutos, también puedo tener vínculos a mi merced cuando quiera y para lo que quiera. De este modo, las experiencias relacionales se centran en el ahora, desde una posición hedonista que elimina todo aburrimiento o incomodidad, porque hay quien no quiere exponerse siquiera a ello, y decide unilateralmente marcharse antes de que ocurra.”


Aunque nosotros no caigamos en estos patrones dañinos y tratemos a los demás desde la responsabilidad afectiva, podemos encontrarnos con personas que nos traten de esta forma, y conocer de antemano lo que esto implica puede facilitarnos que lo identifiquemos antes de que crear unas expectativas irreales de compromiso con personas que no nos van a corresponder. Es especialmente destacable la descripción que hace la autora al principio del libro de las diferentes modalidades de estos patrones entre los que están el “ghosting” (desaparecer sin dar explicaciones), “bread crumbing” (dar pequeñas señales de afecto que mantienen una ilusión de que alguna vez habrá un vínculo, pero sin que esto nunca llegue a suceder) o el “orbiting” (mostrar señales de afecto a alguien solamente a través de redes sociales pero nunca directamente), patrones muy extendidos actualmente, sobre todo a la hora de establecer nuevos vínculos. 


Lo peor


Lo primero que me ha chocado en el libro es que la autora utiliza un lenguaje “en femenino”, dirigiéndose a las mujeres. Lo justifica casi al final del libro por el motivo de que las mujeres son las que han sufrido muchos abusos a lo largo de la historia. Sin embargo, desde mi punto de vista personal y, por supuesto, subjetivo, no me parece un lenguaje inclusivo (igual que tampoco me lo parece utilizar solamente pronombres y adjetivos en masculino) y puede desanimar a muchos hombres de leer un libro en el que encontrar ideas muy valiosas.  


Por otro lado, a veces el libro se pone demasiado técnico y a la vez un tanto reduccionista cuando trata de explicar los problemas vitales de muchas personas, como si tuvieran su principal raíz en los estilos de apego temprano (vínculos que se crean entre los bebés y sus cuidadores y que dependen mucho de la disposición de estos últimos para cubrir las necesidades básicas de afecto, alimento, protección, etc. de los bebés como seres indefensos y completamente dependientes de quien les cuida). Si bien la autora hace una exposición muy completa también de otros factores, tanto psicológicos como sociales, que influyen en las patologías, problemas de autoestima y otros factores que pueden contribuir a que una persona se comporte sin responsabilidad afectiva o se mantenga en vínculos en los que la tratan sin esta responsabilidad, pone un gran énfasis en los estilos de apego. Es importante que no perdamos de vista que las dificultades emocionales y relacionales son más complejas de cómo a veces la autora lo explica.


Qué puedo aprender de este libro


Aprenderemos a reconocer cuando alguien no está siendo responsable afectivamente, por ejemplo, desapareciendo sin dar explicaciones, creyendo que tenemos que apreciar sus necesidades sin que nos diga nada y satisfacerlas, pidiéndonos tiempo para aclararse sin tener en cuenta cómo nos afecta esta espera o tal vez apareciendo después de mucho tiempo contándonos cuánto nos ha echado de menos, cuando su única intención es pasar con nosotros un rato en el que se siente solo, para después volver a desaparecer. 


Recibir este tipo de trato siempre será algo doloroso, pero resulta aún más doloroso si, como muchos clientes con los que me he encontrado en terapia, nos preguntamos una y otra vez qué le habremos hecho a esta persona para que nos trate así, pasamos largas horas dándole vueltas para intentar mejorar un vínculo en el que la otra persona no desea poner más de su parte pero sin hacérnoslo saber, o no nos creemos merecedores de un afecto genuino y sincero. Si aprendemos a darnos cuenta de que es la otra persona la que no nos está respetando y nuestras emociones no le importan en absoluto, podremos dejar de torturarnos con pensamientos que merman nuestra autoestima y no resuelven nada, y tendremos más libertad para actuar ante la situación. 


El libro también es muy recomendable para madres/padres de adolescentes y adultos jóvenes para que puedan entender de dónde pueden venir muchos de los disgustos de sus hijos/as que viven en una realidad muy diferente a ellos. De esta forma podrán proporcionarles apoyo en momentos difíciles de una forma más eficaz.


Además, el libro nos servirá para encontrar aspectos a mejorar en todas nuestras relaciones, ya que no solo aborda el surgimiento de nuevos vínculos o las llamadas “relaciones líquidas”, sino que también habla de la responsabilidad afectiva en todo tipo de relaciones sentimentales, familiares, laborales o de amistad. Podremos encontrar cuestiones como comunicar a otras personas lo que esperamos de una relación, aprender a establecer límites sanos, saber cómo responder ante comportamientos abusivos, evitar ceder ante chantajes emocionales o resolver todo tipo de desacuerdos de una forma respetuosa. Por todo ello, te recomiendo este libro. 


María Olsanska

 

Dedicado a R. G. por recomendarme a esta autora.

 

 

 

La era del conspiracionismo: Trump, el culto a la mentira y el asalto al Capitolio - Ignacio Ramonet, 2022

 

La era del conspiracionismo

 

“Los complots existen pues, no cabe duda. Pero el complotismo, el conspiracionismo o la “teoría del complot” son otra cosa. Proponen una visión paranoica del mundo, que sitúa, en el centro del desarrollo de la historia, narrativas nacidas de un imaginario más o menos delirante cuya realidad no está en absoluto demostrada. Tratan de explicar cualquier fenómeno histórico causante de un impacto social importante (crisis, atentado, golpe de Estado, guerra, pobreza, peste, pandemia, paro, catástrofe, etc.) mediante un constructo intelectual que responda a todos los interrogantes suspicaces posibles. Consideran que cualquier desastre o acontecimiento social traumático es consecuencia de una “conspiración” de algunas fuerzas superiores y secretas. Y esto es muy antiguo; la propia palabra desastre, que significa mala estrella, se origina en la creencia profunda de que nuestro destino está fatalmente determinado por los astros…”


Argumento

 

En este excepcional libro el prestigioso periodista Ignacio Ramonet profundiza en una realidad social y política que asusta mucho y que, por desgracia, es uno de los mayores peligros que tiene hoy la humanidad; la desinformación y la progresiva involución social y democrática que estamos sufriendo a raíz de la creación de esa poderosas y peligrosas herramientas llamadas redes sociales. 

 

Analizando el intento de golpe de estado perpetrado hace unos años por los más fieles seguidores de Trump, alentados por este político tan “sano y sensato”, va desgranando el cómo de este asalto, el qué impulsó a estos asaltantes, qué había en sus mentes para hacerlo.

 

Analizando las formas en las que este personaje accedió al poder en su primer mandato (el segundo más de lo mismo, claro, pero el libro es anterior), con su populismo (llegar a las vísceras y anegar el raciocinio) mediante bulos conspiranaicos, aprovechándose de la desgracia de los más vulnerables, a los que, como flautista de Hamelin, fue convenciendo de que todos sus males no eran en absoluto fruto de lo que se pudiera pensar (injustucia social, capitalismo salvaje, competitividad sin medida, faltas de ayudas sociales…) sino de conspiraciones “evidentes” como “la red pedófila” que domina el mundo (encabezada por Hillary Clinton, Bill Gates, el Papa Francisco o el Dalai Lama) o por los planes de sustituir a la raza blanca dominante por otra, o por la llegada de hordas de migrantes que, todo el mundo sabe esto, tienen en mente solo violar, matar, robar y ocupar las viviendas de los otros (?).


Va también profundizando en los antecedentes o el caldo de cultivo del que estos líderes se aprovechan para ir imponiendo estas ideas; como varios problemas graves como las crisis económicas, sobre todo en algunos sectores, los evidentes abusos de las farmacéuticas, denunciados en algunos documentales o libros, han ido ayudando a crear ese paranoico caldo de cultivo donde, por ejemplo, “se crea un virus para poder insertarnos un chip en una vacuna”.


Se crea entonces, como se dice en inglés, “la tormenta perfecta” para que estos auténticos dementes, profascistas, machistas, antiecologistas, narcisistas de manual, multimillonarios sin escrúpulos, tomen el poder y vayan conduciendo con paso firme a la humanidad a la autodestrucción. 

 

"Para llegar al corazón de la gente, convenció a sus oyentes de que, para él, eran “muy especiales”, y que él sí los comprendía. Formuló eslóganes simples, concretos y conmovedores (“Seré el mayor creador de empleos que Dios haya inventado”), salpicados a menudo de racismo (“Cuando México envía a su gente aquí, envía gente que trae drogas, trae crimen, y son violadores”) y de machismo (“Cuando eres una estrella, [las mujeres] te dejan hacerles cualquier cosa: agarrarlas por la vagina, lo que sea”). Supo imponer fórmulas y clichés (“¡Hagamos a América grande de nuevo!”, “¡Soy el presidente de la ley y del orden!”, “¡Construyamos el muro!”), que sus fanáticos repetían como mantras, impidiendo así todo pensamiento autónomo, porque esas frases hechas asfixiaban cualquier cuestionamiento crítico."


Lo mejor


Libro extraordinario, de principio a fin. Con rigor y seriedad va desgranando la tramoya de esta locura, de este neofascismo, de esta renuncia a toda razón o sensatez (el fascismo siempre presume, como hace Trump, de odiar la razón y lo razonable).

 

Me sería difícil destacar algo de este libro extraordinario, quizás me cautiva especialmente la historia que cuenta de un joven estadounidense que, harto de esta locura (fue criado en un ambiente ultraortodoxo sin poder ir al colegio) creó una conspiración nueva; ni más ni menos que la creencia de que los pájaros no existen; lo hizo como se hacen bien estas cosas, con algún experto de la cia que cuente su “esclarecedora” historia y publicidad para seducir las más incautas o patológicas mentes. Fue un éxito rotundo, aparecieron, como en cualquier otra conspiración, los defensores de esta teoría, dispuestos a morir por ella, por supuesto. Cuando el creador desveló todo el proceso, muchos de estos siguieron (y seguramente sigan) creyendo que los pájaros no existen…


Lo peor

 

Me parece un libro serio y muy bien escrito, desde luego, desde la perspectiva de su autor, como cualquier otro; estaremos más o menos de acuerdo con sus ideas, pero, contrastando con las formas a las que se refiere, es un análisis muy serio y exhaustivo, no un conjunto de dogmas y trucos para seducir a los incautos, como es el populismo del que habla.

Qué puedo aprender de este libro

 

¿Por qué razón besaríamos a un horrible sapo? 

Desde luego no sería por su gran belleza o  atractivo, ni tampoco por el valor nutritivo de su piel (si acaso psicotrópico…), ni porque pensáramos que nos hemos enamorado de un ser tan poco atractivo a nuestros ojos humanos. TAN SOLO por una razón, por creer que en realidad lo obvio (que no estamos besando un sapo) no es tal, sino que este sapo es un príncipe encantado y que con nuestro beso le vamos a revertir este terrible encantamiento que lo atrapa en sapo.  De igual forma, alguien se explota con explosivos a la cintura porque en su mente envenenada no está matando seres inocentes de forma arbitraria, sino liberando al mundo de infieles cucarachas. De igual forma, en la alemania nazi, los judíos, niños incluidos, torturados y eliminados, son un proceso legitimo de autodefensa ante esos seres nocivos y degenerados, un acto de patriótico amor y defensa de la raza.

 

Inventar una verdad que nada tiene de verdad, basada en la mentira, el bulo y la manipulación es más antiguo de lo que parece. Ya se ha utilizado para las mayores burradas que hemos cometido los humanos. El psicólogo Charles Tart decía que no vivimos en la realidad, sino en un simulador de la realidad. Esto significa que construimos nuestra realidad. Esta puede ser lo más fiel a la realidad externa. Esto, en las tradiciones espirituales se ha tomado muy en serio- en el Zen se llama “ver el rostro primitivo”, ir más allá de los condicionamientos.

 

Sin embargo, lo que construimos en nuestra mente también puede ser un puro bulo, puede ser algo que, como en las películas “cualquier coincidencia con la realidad es puro azar”.  Son tan grandes nuestras capacidades cognitivas que, desde una buena manipulación, externa o interna, podemos desviarnos y ver algo totalmente distinto a lo que se vería de forma objetiva. Muchas filosofías hablan de este constructivismo, de esta construcción de nuestra experiencia y nuestra realidad. 

 

Pero esta “posverdad”, que se llama ahora, y que en otras épocas se llamaba más bien “lavado de cerebro”, con las poderosas (y diabólicas) tecnologías, y más en concreto con las redes sociales, ha pasado de ser, en su extremo más perverso,  algo puntual o localizado a un país, cultura o secta destructiva, a ser tan normal que hace temblar los cimientos de la democracia y la, quizás precaria pero al menos existente en alguna medida, sensatez y justicia.

 

¿Cómo es posible que alguien en su sano juicio apueste a dejar el volante (no ya de su comunidad de vecinos, que tampoco, sino de su país y de occidente) a un anciano paradigma del narcisismo más brutal, a un procesado por numerosos delitos, desde el fraude, hasta un intento de  golpe de Estado, o las lamentables relaciones con una actriz porno, y tantos otros delitos, a alguien sin escrúpulos, ante cuya biografia dan ganas de correr, calificado por muchos de sus antiguos colaboradores o familiares como un psicópata, un ser rotundamente degenerado???? No hace falta tener un master en psicología para comprender a quien estamos escuchando, después de observar un rato su forma de expresarse, los recursos retóricos tan básicos y manipuladores, y su contenido lleno de patriotismo chauvinista (el fascismo es “la religión del patriotismo”), además de insultos, descalificaciones, exabruptos y todo lo contrario al sentido común, la ecuanimidad y la razón. (El fascismo siempre se distinguió por odiar la inteligencia, de rehuir el sentido común, de hacerse desde, por y para la guerra, es una ideología de la guerra.) 

 

¿Por qué razón alguien en su sano juicio no sale corriendo al ver tan solo un rato a este hombre, corrupto hasta la médula?? Pues porque en realidad NO está apostando por este hombre aparentemente degenerado y simiesco, sino por el líder escogido, el emperador señalado por Dios, el gran Führer, el que acabará con “los pedófilos que dominan el mundo y extraen de los niños un elixir de la eterna juventud”, extranjeros invasores y las élites conspiranoicas que están detrás de su pobreza, la falta de seguro médico o la rabia que siente y que no encuentra donde proyectarla. Solo desde la “posverdad”, desde este auténtico lavado de cerebro, desde esta secta lamentable que envenena la mente de tantos, se puede entender esta postura.

 

Este libro nos ayudará a hacernos preguntas importantes:

 

-¿de verdad todos los males del mundo son producto de conspiraciones? ¿estoy seguro de esto? (sí, sí, ya sé que hay un experto que trabajó en la CIA y una señora de Memphis que cuentan su experiencia y parece muy veraz… recuerda el bulo de los pájaros…)

 

-¿en qué medida los seres humanos tenemos esta tendencia a creer sin más razón en cosas absolutamente absurdas y sin base alguna? En psicopatología, por ejemplo se emplea el término esquizotípico para referirse a esta tendencia, en algunas personas totalmente enraizada, a creer en lo más bizarro o extraño y la sensación de seguridad o estatus (somos especiales, “sabemos algo que los demás no saben”) que les aporta esta creencia

 

-¿por qué no recelar de aquellos que nos intentan seducir con disparates, que dicen que la razón no sirve, que “a banquetazos”, a impulsos todo va mejor? Acaso perder el sentido común va a facilitarnos la vida, vivir a banquetazos, a impulsos, dejarnos ir a nuestros prontos de rabia y odio va a mejorar nuestra vida????

 

-¿Por qué no nos planteamos seriamente investigar sobre esto del fascismo del que se habla tanto últimamente, la ideología del patriotismo excluyente y brutal, del odio, de la sinrazón, del egoísmo, sobre cómo nos manejan, no desde “oscuras” sectas satánicas dirigidas por Clinton y el Dalai Lama, ni por chips en vacunas de virus inventados, sino con recursos pueriles, apelando al odio, dirigiendo nuestro odio, veneno de los venenos, según la tradición budista.

 

Hay momentos en que no se puede decir : “lo siento, es que yo no entiendo de política, me da igual” . Te imaginas que estás conociendo a alguien y sale por azar hablar de Adolf Hitler y esta persona te dice: “pues yo no sé si era bueno o malo, es que yo no entiendo de política, me da igual”. ¿Qué pensarías de esa persona? En mi limitada mente me pregunto si no estamos en la antesala de esa vuelta de tuerca fascista, como en aquellos años 30 en crisis del siglo pasado, y que ignoraban o querían ignorar lo que se les venía encima y adónde conduce cultivar el odio y la brutalidad.

 

Este libro nos ayudará a reflexionar sobre ello, son temas complejos que, por supuesto, se nos escapan de las manos, pero tener una opinión clara y sensata sumará al lado de la sensatez en vez del de la locura, aportará al lado de la tolerancia y la vida, en vez del de la burrada y la destrucción.

 

Jose Bravo

 

 

“En las primarias republicanas de 2016, Trump ganó en el 88,2% de los condados en los que la población más numerosa no poseía ningún diploma escolar. “Amo a la gente con un nivel educativo bajo”, declaró el magnate republicano en Nevada”

 

“Tradicionalmente, se consideraba que creer en noticias falsas o en teorías conspirativas era un trastorno mental relacionado con la paranoia, o una consecuencia de un nivel educativo bajo. Pero las creencias complotistas se han extendido a tal punto que afectan hoy a todo tipo de personas en el mundo, cualquiera sea su clase social, su cociente intelectual o su nivel de estudios”


 

 

 

 

 

 

Una vida en nuestro planeta - David Attenborough 2020

 

 

 

«Tengo 94 años. He tenido una vida extraordinaria. Es solo ahora que aprecio lo extraordinario.

Cuando era joven, sentía que estaba en la naturaleza, experimentando el mundo natural intacto, pero era una ilusión. La tragedia de nuestro tiempo ha estado sucediendo a nuestro alrededor, apenas perceptible día a día: la pérdida de los lugares salvajes de nuestro planeta, su biodiversidad.

He sido testigo de este declive. Una vida en nuestro planeta es mi testimonio y una visión para el futuro. Es la historia de cómo llegamos a cometer esto, nuestro mayor error, y cómo, si actuamos ahora, aún podemos corregirlo.

Tenemos una última oportunidad de crear el hogar perfecto para nosotros y restaurar el maravilloso mundo que heredamos.

Todo lo que necesitamos es la voluntad para hacerlo.»


David Attenborough


Argumento


En este excepcional libro, el biólogo y divulgador David Attenborough nos habla de un modo sencillo, didáctico y clarísimo qué es esto del cambio climático del que tanto se habla. Y lo hace con la fuerza de toda una vida dedicada a ello por completo, su absoluta pasión por la naturaleza y la vida. 

Como afirma repetidas veces, es a lo largo de su larga vida, en la que el declive natural, propiciado por la codicia, la alienación de lo natural y el espíritu depredador apoyado en una tecnificación que nos hace cada vez más eficaces en la autodestrucción, ha sido evidente. 


Conforme su vida personal ha ido avanzando, lo natural se ha ido depauperando; a modo de ejemplo, nos pone unos datos claros, desde 1937 donde había 280 partes por millón de carbono atmosferico y la proporción de tierras salvajes era del 66 por ciento, hasta 2020 donde el carbono ha aumentado a 414 ppm y las tierras salvajes han descendido al 35 por ciento. Esos datos pueden ser uno entre miles que hablan de este brutal deterioro.


Para explicar bien el asunto, como gran comunicador y divulgador, el profesor recurre a un símil sobrecogedor, la tragedia de Chernobyl, y al tristemente conocido pueblo de Pripiat, junto a la famosa central.


“Todos somos pobladores de Prípiat en este momento. Vivimos una vida de comodidades a la sombra de un desastre provocado por nuestras propias decisiones. Lo que provoca ese desastre son las mismas cosas que nos permiten llevar esa vida tan confortable. Y resulta perfectamente natural seguir por ese camino mientras no encontremos una razón capaz de convencernos de que debemos abandonarlo y un plan alternativo que nos parezca magnífico. Y eso es justamente lo que me ha llevado a escribir este libro.


El mundo natural se está desvaneciendo. Hay pruebas de ello por todas partes. Es un fenómeno que se ha producido en el breve lapso de una vida humana: la mía, sin ir más lejos. Lo he visto con mis propios ojos. Y sé que esta senda nos conducirá a la destrucción.


Sin embargo, todavía estamos a tiempo de apagar el reactor. Hay una buena alternativa.


Este texto es el relato de lo que nos ha llevado a esta situación, a cometer nuestro mayor error, y en él se explica que todavía podemos enderezar el rumbo si actuamos rápidamente.”


Desde luego que la degradación más famosa y espectacular del planeta, tiene que ver con la liberación del CO2 por la quema de combustibles fósiles, lo cual provoca un efecto invernadero (en un documental vi la constatación de este fenómeno, rodeando una bola de este gas al que calentaba una bombilla, la diferencia de temperatura en la bola cuando el gas aparecía era notable). Pero esta es solo una faceta de este deterioro. Hay otros muchos, dice el profesor: la sobreexplotación de los océanos, llevando a las especies marinas al borde de la extinción, la masiva producción de residuos, en particular de plásticos, cuya presencia en el pacífico tiene el tamaño de un nuevo continente y que hasta el 90 por ciento de las aves, se estima, tiene en alguna medida en sus estómagos, la deforestación bestial, en base a cultivos para producir alimentos para el ganado, la intoxicación de las tierras con fosfatos y químicos…


“El impacto de los seres humanos en el mundo natural ha alcanzado ya una magnitud auténticamente global. El ciego asalto con el que nos hemos lanzado sobre la Tierra está trastocando los fundamentos mismos del mundo vivo. Esta es la situación en la que se encuentra nuestro planeta en el año 2020.

Extraemos de los océanos más de ochenta millones de toneladas de pescado al año, y hemos situado al 30 % de las especies marinas en niveles de población críticos. Hemos acabado con casi todos los peces oceánicos de gran tamaño.

Hemos perdido aproximadamente la mitad de los arrecifes de coral de aguas someras del mundo, y prácticamente todos los años se observan vastos fenómenos de decoloración coralina.

Junto con el desarrollo y la urbanización de nuestras costas, los proyectos de piscicultura han reducido en más de un 30 % la extensión de los manglares y las praderas submarinas.


Nuestros residuos plásticos aparecen en todos los océanos, desde las aguas superficiales hasta las más remotas zonas abisales. En la actualidad hay más de 1,8 billones de fragmentos de plástico a la deriva. Su masa constituye una monstruosa escombrera en el Pacífico norte que circula a impulsos de las corrientes marinas que mueven las aguas de la superficie. En otros de esos amplios giros oceánicos se están formando nuevas manchas de basura de grandes dimensiones.


El plástico está penetrando en las cadenas tróficas de los océanos, y más del 90 % de las aves marinas tienen fragmentos de plástico en el estómago.”


Sin embargo, y, a pesar de las perspectivas demoledoras y la crítica situaciòn, el profesor busca ejemplo, que los hay afortunadamente, donde hemos llegado a acuerdos, en países que han reforestado sus bosques, como Costa Rica, en agricultores que se han decidido a apostar por lo natural y no a la brutalidad, como en Países Bajos, en países donde el masivo consumo de carne (auténtica lacra para la tierra) es mínimo como La India, que han apostado por energías renovables, como algunos países europeos o Nueva Zelanda, etc. Aún es posible, nos dice el profesor, aunque para ello estaría bien ver el momento crítico donde nos encontramos y adónde iremos a parar en nuestra hipnosis y patología vital.


Lo mejor


Es un libro con mucha fuerza. No está escrito en un laboratorio ni por una “rata de biblioteca”, el profesor Attenborough ha recorrido varias veces el planeta, yendo a los rincones más remotos y explicando con toda su pasión la maravilla que es la tierra y la vida sobre ella. Tiene la fuerza de un hombre de acción y de su pasión. Nos puede ayudar a comprender el inmenso problema, quizás el mayor que la humanidad tuvo jamás y sus dimensiones, y quizás ver lo poco que nos queda ante nuestro bostezo.


Lo peor


Como biólogo y hombre con mucho sentido común, explica el declive de forma magistral, no cae en dramatismos, pero expone con sencillez y crudeza. Quizás se echa en falta el profundizar filosófica y psicológicamente en las causas, que en mi opinión tienen que ver con la rotunda locura en la que la humanidad ha ido cayendo desde hace bastante tiempo: su pérdida de valores, su nihilismo rotundo, su justificación de la avaricia, como bien propugnaron los padres del capitalismo, y su caída a los infiernos que el psiquiatra Claudio Naranjo llama la agonía del patriarcado, que tiene que ver con haber apostado todo a la razón y a la dominación habiendo ninguneado las otras facetas humanas, los otros cerebros, habiendo apostado todo al progreso sin límite, ninguneando a cualquiera que dijera el progreso no puede ignorar al humano y a lo natural, porque entonces es todo menos progreso. Pero la mayoría seguimos siendo palmeros de todo esto, hipnotizados por la luces del progreso como conejos en la carretera, y la vida y el progreso sin cabeza, como a ellos el coche, nos acaba atropellando.


Qué puedo aprender de este libro


Justo al lado de los terraplanistas y los creacionistas, de los negacionistas de todo tipo, de los conspiranoicos viviendo en su propio mundo, construido con las melopeas patológicas y las carencias en su salud mental se sitúan, tal vez curando el covid que no existe con lejia, los negacionistas del cambio climático, negando que sea verdadero o que incluso no sea por causa humana (sino una terrible coincidencia).


¿En serio toda la comunidad científica te miente? ¿En serio todos los factores de los que hablan, los que puedes ver tú mismo si te esfuerzas un poco, son una mentira fabricada por algunos políticos o unos barbudos hippies ecologistas? ¿De verdad esto que cuenta este eminente científico de primera mano es una sarta de mentiras inserta en un proyecto común para manipularte?????????


Parece que muchos estamos obstinados en repetir lo que anuncia la película “Don't look up” punto por punto. A veces me parece que quizás es lo que merecemos, lo que nos estamos ganando a pulso. La reelección del inclito Donald Trump puede ser la puntilla a una tierra moribunda. Pero como en la película citada, habrá que luchar hasta el último minuto y, si hay que morir o ir viendo morir a la tierra para desgracia nuestra y mucho más de nuestros hijos y aún más de sus propios hijos, habrá que hacerlo. Como dice el Dalai Lama: “podrán matarnos, pero no podrán matar nuestra dignidad, nuestra salud mental ni nuestra alegría”.

 

Jose Bravo



“En los cuatro mil millones de años transcurridos desde el comienzo de la vida en la Tierra, ha habido cinco de estas extinciones masivas. En cada una de esas ocasiones, la naturaleza se ha derrumbado, dejando simplemente el número de supervivientes justo para volver a poner en marcha el proceso. Se cree que la última vez que sucedió fue porque un meteorito de más de diez kilómetros de diámetro chocó contra la superficie de la Tierra con una energía dos millones de veces más intensa que la de la mayor bomba de hidrógeno que jamás se haya hecho estallar”


 “Lo cierto es que la tala forestal siempre ha contado con un doble incentivo. Por un lado, la gente obtiene beneficios de la madera, y después vuelve a sacar rentabilidad a las tierras, ya que quedan despejadas y aptas para la producción agrícola. No debería extrañarnos por tanto que el Homo sapiens haya revelado ser un destructor de bosques tan decidido como eficaz. Según las estimaciones, el mundo cuenta hoy con tres billones de árboles menos que en los inicios de la civilización humana. Lo que está sucediendo en nuestros días es simplemente el último capítulo de un proceso de deforestación global que lleva miles de años perpetrándose”


"En la década de 1990, mientras rodábamos Planeta azul, ya se estaba desarrollando ante nuestros ojos la primera fase de un declive oceánico muy similar. Lo que veíamos era una espantosa demostración de que habíamos adquirido definitivamente la capacidad de un exterminio de criaturas vivas de proporciones terribles."


“Quien haya visto caer dando tumbos entre las rocas a una morsa de tres toneladas no lo olvidará fácilmente. No hay que ser naturalista para darse cuenta de que algo anda rematadamente mal.”


“Actualmente talamos quince mil millones de árboles al año. La extensión de las selvas tropicales se ha visto reducida a la mitad. El principal motor de esta constante deforestación —cuya incidencia duplica la de los tres factores siguientes juntos— es la producción de carne de vacuno.”


“La mitad de las tierras fértiles del planeta se hallan actualmente cultivadas. Y lo habitual es que las hayamos sobreexplotado. Las saturamos de nitratos y fosfatos, las sometemos a prácticas de sobrepastoreo, las agostamos plantando en ellas diversas variedades de plantas no adecuadas al medio, y las rociamos de pesticidas, matando de ese modo a los invertebrados que airean y nutren la tierra.

Hemos sustituido lo salvaje por lo domesticado. Consideramos que la Tierra es nuestro planeta, regido y gestionado por y para el género humano. Apenas queda espacio para el resto de las especies vivas. El mundo auténticamente salvaje —es decir, el mundo no humano— ha desaparecido. Hemos infestado la Tierra”


“Instalados en la sala de control de la Tierra, nos dedicamos a girar despreocupadamente los mandos de esos nueve límites planetarios, tal y como le ocurrió al desventurado equipo nocturno encargado de velar por el funcionamiento de Chernóbil en 1986”


“En el momento presente, nuestras actividades están llevando a la Tierra al borde del fallo. Ya hemos superado el umbral de cuatro de los nueve límites. Estamos contaminando el planeta con un exceso de fertilizantes, alterando gravemente los ciclos del fósforo y el nitrógeno. Estamos transformando a velocidad excesiva los hábitats naturales terrestres (como los bosques, las praderas y los humedales) en tierras de cultivo. Estamos calentando el globo a un ritmo excesivo, arrojando dióxido de carbono a la atmósfera a una velocidad que rebasa todo lo que ha conocido la Tierra a lo largo de su historia. La pérdida de la biodiversidad que estamos provocando es más de cien veces superior a la media, y solo puede compararse con lo que indican los registros fósiles durante los procesos de extinción masiva”

 

“ Las estimaciones de un estudio reciente sostienen que el 16 % de la población humana —la más rica— es responsable de cerca del 50 % del impacto que está teniendo el género humano en el mundo vivo”

 

“Si conseguimos concretar la revolución de la sostenibilidad, impulsar la devolución de su condición salvaje a la naturaleza y materializar las iniciativas tendentes a la estabilización de nuestra demografía, nos transformaríamos en una especie capaz de vivir en armonía con el mundo natural que la rodea. ¿Cómo afectaría ese profundo cambio a nuestra existencia individual? En un futuro próspero y sostenible nuestra dieta se basará en gran medida en las plantas, y dispondrá de un gran número de alternativas más saludables que la carne. Utilizaremos energías limpias para cubrir todas nuestras necesidades. Los bancos y los fondos de pensiones invertirán únicamente en empresas sostenibles. Quienes opten por tener hijos formarán probablemente familias de menor tamaño. Tendremos la posibilidad de elegir concienzudamente la comida, el pescado, la carne y los productos derivados de la madera, ya que dispondremos de información muy detallada en cada compra. Nuestros desechos serán mínimos. El poco carbono que aún continúen emitiendo nuestras actividades será compensado automáticamente por el precio de venta de los artículos generados por esos medios, y las cantidades que se recauden servirán para financiar el importante número de proyectos de restitución de la condición salvaje de la naturaleza que habrán surgido en el mundo.

En realidad, en ese futuro potencial, nos resultará más fácil que en la actualidad llevar una existencia bien equilibrada y en armonía con el mundo natural”



 

 

Medicalizar la mente ¿Sirven para algo los tratamientos psiquiátricos?

 

Richard Bentall-2011

 

medicalizar la mente


“En efecto, hay pocas evidencias a favor de la eficacia y, menos aún, de la eficiencia y efectividad, seguridad y oportunidad de la psiquiatría biologista, aunque sea la dominante en muchos de los países tecnológicos del planeta. Más bien su nivel de eficiencia y efectividad clínicas –la relación costos-beneficios– se manifiesta cada día más pobre… salvo para extender el uso masivo de psicofármacos y el negocio psicofarmacológico a grupos enteros de la población. En ello sí que han sido eficaces y eficientes las técnicas (de merchandising) de la psiquiatría biologista (no biológica): mediante un marketing agresivo, técnicamente innovador y de ética dudosa, han conseguido enormes triunfos. Por ejemplo, hoy en día muchas de las personas «ilustradas» de los países tecnológicos crean esos funambulescos asertos de que el 25 por ciento de los niños de nuestras sociedades padecen «enfermedades mentales» –en especial, trastornos «tan claros y definidos» como lo están en la actualidad los trastornos por déficit de atención, los trastornos bipolares en la infancia o los del «espectro autístico» aventureramente ampliado…”


Argumento

 

En este extraordinario libro, el psicólogo académico y profesor Richard Bentall, profundiza en un tema extremadamente controvertido y grave, un tema que nos afecta como personas y como sociedad, la enfermedad mental y la forma en que este problema se aborda mayoritariamente en el mundo occidental, desde el planteamiento o la visión más generalizada, esto es, que la enfermedad mental es una enfermedad cerebral o bioquímica. Hace un recorrido por la historia de la psiquiatría (bastante oscura) y evalúa desde una visión muy seria la eficacia de estos psicofármacos que se recetan tan alegremente.


Una idea que impresiona y que repite durante el libro varias veces es que, aunque pueda parecer extraño o paradójico, las personas con un problema mental grave en Occidente, que son más atendidas que en los países menos tecnológicos, tienen un peor pronóstico que las personas en los países  “menos avanzados”:


“Según los datos recogidos en el estudio tras un seguimiento de dos años, el 37 por ciento de los pacientes de los países en vías de desarrollo sufrió un episodio seguido de una total recuperación, comparado con solo el 16 por ciento de los pacientes del mundo desarrollado. Casi el 16 por ciento de los pacientes de los países en vías de desarrollo demostró discapacidad en el funcionamiento social durante el período de seguimiento, mientras que la cifra correspondiente en el caso de pacientes de los países desarrollados fue de casi el 42 por ciento. Estudios posteriores han confirmado que los pacientes del mundo en vías de desarrollo tienen muchas más probabilidades de recuperarse de la enfermedad mental grave que los pacientes de los países más ricos(...)”


Esto parece no hablar muy bien de la psiquiatría y sus métodos. El profesor Bentall nos habla de la génesis de esa idea tan generalizada: los problemas mentales, sobre todos los graves, son en realidad problemas cerebrales, problemas genéticos heredados que determinan y mantienen irremediablemente la enfermedad mental:


“Hacia finales del siglo xx, la idea de que los trastornos psiquiátricos graves son enfermedades del cerebro determinadas genéticamente se había convertido en algo tan aceptado que cualquiera que la cuestionase corría el riesgo de ser tildado de hereje”


“Nos dirigimos inevitablemente hacia una serie de cuestiones apremiantes. ¿Cómo es que el enfoque biomédico acabó siendo tan influyente en la psiquiatría y por qué lo sigue siendo? ¿Cuáles son las suposiciones que hay detrás de este enfoque y qué pruebas científicas las sustentan? Los hallazgos de la investigación recopilados mediante una tecnología tan deslumbrante como son la imagen por resonancia magnética funcional y los métodos de la genética molecular, ¿confirman realmente la idea de que la enfermedad mental es un trastorno del cerebro influido por la genética? ¿Y qué ocurre con las pruebas sobre la efectividad de los medicamentos psiquiátricos?”


Afortunadamente, aunque estas ideas calaron y han calado tan profundamente en nuestra cultura, hubo muchos disidentes, el movimiento anti psiquiátrico, formado sobre todo por eminentes psiquiatras como el profesor Thomas Szazs:


“En otro tiempo, cuando la religión era fuerte y la ciencia era débil, los hombres confundían la magia con la medicina; ahora, cuando la ciencia es fuerte y la religión es débil, los hombres confunden la medicina con la magia.

Thomas Szasz, El segundo pecado


“Szasz reivindicaba que la simple idea de enfermedad mental es incoherente porque el término «enfermedad» implica una patología física, mientras que no podía encontrarse ninguna patología en el cerebro de los pacientes psiquiátricos”


Y acaba el libro con un exhaustivo análisis de los psicofármacos y del mercado de las farmacéuticas, mercado bastante lamentable,  lleno de dinero, sucios intereses, visitadores médicos (representantes de farmacéuticas),  sobornos, marketing sin escrúpulos y ensayos clínicos más que dudosos. 


“Sin duda un experimento en el cual se suspendiera el tratamiento convencional sería mejor y, afortunadamente, este tipo de experimento se ha llevado a cabo en Estados Unidos. El instigador fue el psiquiatra estadounidense Loren Mosher, considerado en su día uno de los psiquiatras más importantes de la profesión, pero que con el tiempo se alejó tanto de ella que, en 1998, hizo pública una airada carta de renuncia a la Asociación Americana de Psiquiatría. En su carta, Mosher exponía: «La razón principal de esta renuncia es mi convicción de que en realidad estoy renunciando a la Asociación Americana de Psicofarmacología»”


“La pregunta de la doctora Moncrieff ya ha sido contestada en Estados Unidos, donde está claro que la psiquiatría ya se ha vendido. El comprador ha sido la gran industria farmacéutica, la Big Pharma. Aunque el precio de la venta no se ha revelado, los rumores dicen que ha sido una ganga [...]. Pero no hay que culpar a la Big Pharma, porque ellos solo están haciendo lo que se espera que hagan las empresas en una sociedad de libre mercado: vender sus productos sea como sea. En lugar de ello, hay que culpar a aquellos colegas psiquiatras que están colaborando en este proceso y que deberían tener más sentido común”


Lo mejor


El libro es una contundente crítica a la psiquiatría actual. Desde luego que no ignora el terrible campo de trabajo de esta disciplina, trabajar con la angustia vital en extremo, con la psicopatía, con la mente humana en su peor versión, no ha sido ni mucho menos algo sencillo.  Pero reconociendo esto, también se ve la parcialidad de su visión, como se ha insertado en el modelo biomédico de una forma brutal, con esa prepotencia tan propia de nuestra época,  ignorando cualquier otra consideración y obviando, al igual que hace la cultura general, las emociones y el mundo emocional, abrazando totalmente la idea del hombre máquina, del  hombre robot consumidor, de “another brick in the wall”,  que decía Pink Floyd.


Se puede argumentar que entre la psicología y la psiquiatría siempre ha habido más que palabras, pues entre psicólogos y psiquiatras hay una visión muy distinta de los problemas mentales, y por tanto de su solución. Creo que el libro es bastante ecuánime y sensato,  aunque desde luego este psicólogo habla desde su posición, que es muy parecida a la mía y muy poco afín a ese pensamiento psiquiátrico, biomédico y radical.  Yo personalmente no tengo nada contra la psiquiatría, me parece algo necesario y muy complementario a mi labor como terapeuta.  Admiro a muchísimos psiquiatras, seguramente de las diez personas que más admiro al menos cinco o seis son psiquiatras, como Claudio Naranjo, Stan Grof, Fritz Perls, etc. Pero sí tengo mucho en contra de la psiquiatría biologicista radical, que se cree con la verdad absoluta (un mal muy habitual en nuestra época, en mi opinión).  Creo que ha hecho un daño terrible, en muchos aspectos, como diré a continuación.


Lo peor

 

Lo peor de este libro es que por momentos resulta apasionante y por momentos muy aburrido,  lleno de estudios, experimentos, datos y citas académicas.  Es accesible a cualquier persona, aunque no tenga una formación científica, pero hay que leerlo con paciencia para no aburrirse o dejarlo ante partes más complicadas de leer.  Sería una pena que, por ser denso y a veces correoso en su lectura, no fuera leído por aquellos interesados en este importantísimo tema. por razones laborales o personales 


¿Qué puedo aprender de este libro?

 

Vamos con una metáfora, como me gusta a mí (?):

 

Imagina por un momento, tras mucho esfuerzo, tras mucho trabajar y ahorrar, logras comprarte una casa (para imaginar esto no hay que hacer mucho esfuerzo…).  Una vez que te instalas en tu casa notas algunos problemas que no habías visto en tu visita, por ejemplo que sale un olor bastante malo de las tuberías y que además hay corrientes de aire.  Para solucionarlo llamas a un experto. El experto inspecciona detalladamente tu casa y te dice que ya tiene el diagnóstico: “lamento decirle que su casa está estropeada y que no hay ninguna posibilidad de arreglo, tendrá que acostumbrarse a este mal olor y el aire y el frío que conlleva, es algo estructural, con lo cual ajo y agua”.  El diagnóstico te deja hecho polvo, no puedes creer lo que has oído, vas a consultar a otro profesional que te dice algo similar. Has invertido tanto esfuerzo, tanto tiempo y tantas penalidades para conseguir algo de tan baja calidad…

 

Lo que esta persona sentiría es lo que yo imagino que sentiría una persona que visita al psiquiatra y le dice algo así: “su cerebro está roto  y no hay posibilidad de arreglarlo, su problema es genético y la única solución es tomar unos fármacos de por vida”.  Que te digan esto normalmente te deja roto, y además te lo dice el experto (creo que fue el filósofo Iván Illich  quien decía que los expertos son una confabulación contra los neófitos). A una persona que le dan este diagnóstico, es decir, que tiene una enfermedad estructural, genética, contra la que no se puede hacer nada,  aparte de tener paciencia y por supuesto tomar los medicamentos, le quitan una de las cosas más importantes en psicología humanista: la responsabilización.

 

Pero en realidad, las emociones se han obviado en esta idea, desde toda la historia de la humanidad se ha comprendido que la situación vital de la persona influye en su enfermedad,  en el chamanismo o en las medicinas naturales se habla de la enfermedad como un proceso de todo el organismo y que tiene que ver con su forma de vida y de encarar sus traumas, sus miedos, sus dolores, su pasado. Pero en nuestra cultura, “más lista y avanzada” que cualquier otra, se nos dice que la enfermedad no tiene nada que ver con el resto del organismo o de la vida. 

Entonces, la persona habitando esta casa maloliente y fría en la que no se puede hacer nada a parte de sufrir, pierde todo ánimo de mejora, pierde toda esperanza, haga lo que haga va a dar igual.  En medicina se ha hablado mucho del efecto placebo, y de lo mucho que influye, pero se ha hablado menos del efecto nocebo, esto es, como nuestros propios pensamientos y planteamientos de los problemas influyen negativamente en ellos mismos y en nuestro organismo en general.

 

En mi visión, este es el principal, pero no único, pecado de la psiquiatría:  haber arrebatado a las personas en situación vulnerable, y por extensión en alguna medida a toda la sociedad, aquel libre albedrío, aquella voluntad que, para el extraordinario filósofo Epícteto, era la clave de la vida, la capacidad de decidir, la capacidad de crecer y que todas las tradiciones espirituales han reconocido y fomentado. En base a unos planteamientos particulares, en base a una visión de las personas respetable, pero también discutible, nos han impuesto una forma de ver a las personas y la enfermedad que no ha mejorado, como bien se repite en el libro, la vida de los enfermos o de las personas con complicaciones. 

 

En este libro no se niega en absoluto que nuestra biología afecte a nuestras emociones, no se niega que haya ”problemas de hardware”, por así llamarlos,  ni tampoco se niega que los psicofármacos tengan su utilidad. Lo que este libro niega es que por defecto los problemas mentales sean biológicos o genéticos y que deban ser tratados con psicofármacos como primera (y generalmente única) opción; aunque esta idea, como muchas otras de ese cientifismo radical, haya pasado a ser una evidencia científica.  Pero es falso, y este libro lo repite con datos y de forma profusa.

 

Como digo, este libro no llama a negar la psiquiatría ni intentar acabar con ella, es necesaria y, complementaria a una visión más humana y humanista de las personas y de la enfermedad, pero debe continuar reconociendo sus enormes fallas y se reformada, pues, hoy por hoy, es lo que es (ponle tú el calificativo que creas oportuno).

 

Como psicoterapeuta experimentado, si todo esto te afecta personalmente, pues eres familiar de un enfermo mental diagnosticado o tú lo eres, o si simplemente tomas medicación psiquiátrica, yo te aconsejo:

 

1. Como bien pone el libro, piensa en relativizar lo que te han dicho sobre tu diagnóstico; este profesor, que no es precisamente alguien que diga las cosas a la ligera, habla de que los diagnósticos son bastante dudosos y no se corresponden en absoluto con “problemas cerebrales evidentes”. Por tanto, si tu diagnóstico es trastorno bipolar o depresión, significa que tienes problemas y que habrá que trabajar duro sobre ellos, pero no significa que “tu cerebro esté roto” y que no se pueda hacer nada con ello. Si caes en este desánimo, estás perdido.

 

2. Que si eres consumidor habitual de psicofármacos (¿y quien no lo es en esta época?), reflexiones sobre cómo te ayudan realmente y sobre sus efectos a todos los niveles, que no te creas que son lo único que te puede ayudar (qué burrada es esta???????). Crecer como persona, leer, relacionarte bien, cambiar de trabajo, mejorar tu autoestima, disfrutar de la vida, reírte, y tal vez acudir a una terapia, son otras opciones que te van a ayudar y no son psicofármacos. Y te diré más: en mi humilde visión, creo que lo que precisamos como personas es crecer, cambiar, evolucionar, aprender, esos son cambios estructurales, no tomar el “SOMA”, que era el medicamento milagroso de la extraordinaria novela de Aldous Huxley “Un mundo feliz”. Te puedes rebelar contra la salud artificial que nos proponen (¿imponen?) y buscar una salud real, donde no parezcamos sanos y felices, sino que lo seamos realmente, aunque nos hayan dicho desde tantos lugares que esto es imposible en “este valle de lágrimas”.

Desde luego que no vamos a caer en el reduccionismo de “psicofármaco = caca”, pero tampoco te creas el lavado de cerebro que hemos sufrido, consistente en: “problema emocional = problema cerebral = necesidad de psicofármaco”. Las garras del mercado y la avaricia en la época de la avaricia, que es ésta, no respetan a nada ni a nadie.

 

3. Que pienses por ti mismo, que investigues, que parafraseando a Buda: “no creas a nadie por lo que parece, por su bata blanca o sus diplomas colgados o por ser alto, calvo y tener gafas de pasta (como yo…). Investiga, lee, escucha, reflexiona, cree más a tu experiencia que a lo que otros dicen que estás sintiendo, recuperemos en alguna  medida la figura del buscador, del que se embarca en buscar la solución de sus problemas y no espera que un “papi” se lo dé todo hecho.

 

4. Que al igual que tienes que tener mucho cuidado de los planteamientos psiquiátricos radicales (“que tienen toda la verdad”), tengas aún más cuidado con los planteamientos radicales en sentido contrario (todo lo que tiene cara, tiene cruz, y cuanto más grande es la cara, más grande es la cruz, dice el refrán chino). Me refiero a los planteamientos negacionistas (el covid se cura bebiendo lejía, en la vacuna hay un microchip…), radicales (toda la medicina es errónea), supersticiosos u ultraortodoxos religiosos: volvamos al medievo (y a morir a millones por las pandemias…).


“Mi punto de vista personal es que la mayoría de los diagnósticos psiquiátricos son casi tan significativos a nivel científico como los signos del zodíaco, un sistema diagnóstico que se utiliza de forma parecida para describir a las personas y predecir qué les va a pasar, y que disfruta de un amplio seguimiento a pesar de pruebas convincentes de que no tiene ningún valor.”


Jose Bravo

 

 

La Ciencia y la vida - Jose Luis Sampedro y Valentin Fuster, 2008

 

La ciencia y la vida

 

Cada cultura tiene un referente general, el nuestro es el dinero. Los antiguos, los clásicos, decían: «El hombre es la medida de todas las cosas». Era una medida humana. Hasta los dioses, con sus líos y sus historias, eran humanos. En el Medioevo la referencia fue Dios con la teología por encima de todo. Dios era la medida de todas las cosas. En cambio, en la Modernidad el dinero es la medida de todas las cosas.

 

El libro incluye unos diálogos cargados de ideas brillantes sobre la vida actual, entre el médico (con visión humanista de la medicina) Valentín Fuster y el escritor y humanista (entre otras cosas) José Luis Sampedro. Los temas más importantes sobre los que hablan los autores son: el omnipresente estrés en nuestra sociedad, la importancia de la educación emocional, las premisas de la felicidad y la vida satisfactoria, la importancia de vivir una vida activa, una nueva visión de lo que sería una jubilación saludable, la moralidad como algo universal e independiente de la religión y también su visión de encajar la muerte, tanto la propia como de los seres queridos.

 

Lo mejor


Resulta muy reconfortante encontrarse con la visión humanista que tiene de la medicina Valentín Fuster, cardiólogo del hospital Monte Sinai de Nueva York. Fuster critica la visión actual de la medicina, con su enfoque en las extensas y caras pruebas diagnósticas, un enfoque puramente materialista que deja de lado a la persona, sus emociones y su vida en general, algo que él observa tanto en la formación de los futuros médicos, como durante el ejercicio de la profesión.


En medicina, los jóvenes de hoy reciben una formación eminentemente técnica; no hay tiempo para formarlos en los valores de los que estamos hablando. (…)
Y esto, creo que es uno de los grandes problemas de la medicina actual porque, como ilustra el ejemplo del placebo, hay una interacción anímica cuya trascendencia no se puede ignorar. Yo espero que se vaya resolviendo poco a poco; no se trata ni de medicina humanística ni de super-medicina, se trata simplemente de hacer medicina, y hacer medicina implica darse cuenta de la gran influencia que tiene lo anímico sobre la enfermedad. En el caso del placebo, en realidad, no estás administrando placebo, estás administrando una medicina que es la relación médico-paciente.


Como cardiólogo, Fuster presenta muchos casos de personas que sufrieron un infarto y a las que les atendió de una forma holística, integral. En vez de solamente asegurarse de que el corazón de sus pacientes volvía a funcionar, llevaba a sus pacientes a explorar por completo sus vidas y encontrar causas más allá de fallos orgánicos, con el resultado de que muchas de estas personas a raíz del infarto transformaron por completo su forma de vivir haciéndola más satisfactoria, alejándose del estrés y/o del aislamiento. Él defiende un ejercicio de la medicina desde ese punto de vista humanista, con una visión integral del paciente que se convierte en protagonista de sus salud.


Fuster atendió a Sampedro cuando tuvo un problema de corazón y estuvo ingresado en su hospital. Desde que se conocieron, surgió entre ellos una profunda amistad que a su vez les llevó a escribir juntos.
Podemos ver como ambos coinciden en una visión humanista de la sociedad y de la vida, criticando el materialismo actual que deja de lado los valores que hacen que la vida merezca la pena ser vivida.


El dios de este sistema es el dinero y tú hablas de otro dios que es la vida. Yo también pongo a la vida mil veces por encima del dinero y mucha gente lo entiende así, pero vivimos en una sociedad mediática y en última instancia, quienes manejan los medios son capaces de manipular para convencer de lo que sea. Ejemplos de ello no faltan.
(…)
A nosotros, en cambio, la economía nos impone la rentabilidad, la productividad, la eficacia y a ellas se sacrifica todo lo demás. Aquí las emociones son «cosa de mujeres», «romanticismo trasnochado». Los valores que utilizan los economistas, el dinero por ejemplo, no es un valor humano, es un instrumento, pero no un valor humano. Los valores humanos, la dignidad, el amor, la amistad, el honor, no son mensurables.


Y enlazan este tema con la crítica del cientifismo, que sostiene que la ciencia es medir y lo que no es medible, no es ciencia, y por lo tanto, no existe:


En mis tiempos estuvieron muy de moda las publicaciones de la Cowles Comission cuyo lema era Science is measurement (La ciencia es medición). ¿Te das cuenta? Lo no medible no es ciencia. Y, sin embargo, esos valores no medibles son vitales para nosotros. Pero los que gobiernan se rigen por estadísticas que no incluyen todo lo que es vital.


Y al hablar de una vida satisfactoria, llena de valores, nos proponen 3 premisas, muy distantes de este materialismo, la rentabilidad, ese querer conseguir cada vez más o esa necesidad de fijarnos solo en lo medible, que serían las siguientes: el invertir en el propio talento (comenzando por el autoconocimiento y después priorizando aquello en lo que podemos desarrollarnos y lo que nos inspira, al contrario de lo que hace la mayoría de las personas que busca rentabilidad económica), la ética de la responsabilidad que incluye el orgullo del trabajo bien hecho y la aportación social, es decir, hacer algo que contribuya a mejorar la vida de la sociedad.
Los autores hablan de la importancia de inculcar estos valores a través de la educación, a personas que están formándose, a la juventud que, en la época actual en términos generales, señalan como demasiado hedonista y poco comprometida.


A su vez, señalan una de las raíces del materialismo y el alejamiento de los valores humanos en nuestra sociedad, que es la idea básica del funcionamiento del capitalismo, su aparente utilidad y sus nefastas consecuencias:


Toda la economía, tanto el pensamiento clásico como el oficial actual, se basa en los mecanismos del mercado, consagrados por Adam Smith, como sabes muy bien. No voy a explicar ahora toda la teoría, pero sí resaltaré una de sus frases decisivas para nuestra historia: «En el mercado las cosas son de tal naturaleza que siguiendo cada uno la conducta que más conviene a su egoísmo personal, ocurre como si una mano invisible hiciera que esa suma de egoísmos personales se transformase en un beneficio general.
Sin duda, pero fíjate, el egoísmo del mercado a la larga, a mucho más largo plazo, también es incompatible con la ventaja global. La inmensa mayoría de cosas que nos están pasando son consecuencia de la ausencia de reglas y normas en economía que impidan el «todo vale» y el hacer lo que a cada cual le venga en gana en función de su rentabilidad. ¿Qué es el destrozo del medio ambiente? Egoísmo de mercado. Vendo este monte, lo talo, vendo madera, edifico sin preocuparme de las consecuencias a largo plazo porque el sistema lo permite.


Por todo ello, el libro es una defensa del humanismo en todos los aspectos de la vida, una señal para humanizar a la ciencia en general, la medicina en particular y también un llamamiento a nivel individual para no dejarnos llevar por estos falsos valores materialistas y acercarnos a lo verdaderamente humano.


Lo peor


El libro es una transcripción del diálogo entre Sampedro y Fuster en el año 2008, recogido por la esposa de Sampedro, Olga Luca.  Al tratarse de diálogo, las ideas quedan un tanto condensadas y se profundiza poco en ellas y queda pendiente para el lector que reflexione y encuentre la manera de explorarlas y encontrar la manera de ponerlas en práctica, con el peligro de quedarnos solo en la teoría. Por otra parte, el libro, por supuesto, no gustará a los defensores del dinero como prioridad, “como la medida de todas las cosas” y del capitalismo a ultranza.

 

Cómo me ayudará a crecer


Como esta invitación al humanismo, al acercamiento a los valores que de verdad importan, a una vida plena y satisfactoria (que no tiene que ver precisamente con tener grandes posesiones), el libro nos llevará a preguntarnos hasta qué punto vivimos inmersos en un sistema materialista, lleno de ese cientifismo para el cual solamente existe lo que se puede medir, esa competición desmedida, ese querer cada vez más, una superación por la superación y acumular por acumular, donde el bienestar de la persona, su plenitud, queda completamente al margen. Nos obligará a pensar, algo que en esta época parece no estar de moda, como relata esta anécdota que cuenta Sampedro al impartir un curso sobre desarrollo económico para futuros funcionarios y que fue evaluado mediante una reflexión sobre un artículo. Después del examen, comenta Sampedro:


…en general, no se produjeron quejas, pero la que hubo es muy significativa. «A mí lo que me parece mal es el tipo de examen», me dijo uno de ellos. «¿Cómo? He hecho exactamente lo que les anuncié desde el principio.» «Sí, eso es verdad.» «Entonces, ¿cuál es su queja?» «Es que me ha obligado usted a pensar.»
Claro, sus compañeros se rieron, pero esta anécdota que podría parecer insignificante es muy reveladora de un sistema educativo que permite concluir la universidad y aprobar unas oposiciones sin sentir la necesidad de pensar para aprobar.


Por otra parte, ambos autores revelan aspectos importantes de sus vidas y pueden inspirarnos no sólo con lo que dicen, sino también con lo que hacen, ya que ellos sí han puesto en práctica lo que consideran las premisas de lo que entienden por vida satisfactoria (y también plena y auténticamente humana).
Por todo ello, te recomendamos mucho este libro.

 

María Olsanska

 

 

 

TODO ESTÁ EN TU CABEZA-SUSANNE O´SULLIVAN- 2016

 


“Para que podamos considerar que una enfermedad grave tiene un origen psicológico es esencial que creamos que tal cosa es posible y que sepamos lo extrema que puede llegar a ser una enfermedad psicosomática algunas veces. Para que las personas acepten la realidad de la enfermedad psicosomática es preciso que acepten el poder que la mente ejerce sobre el cuerpo. Aceptamos alegremente informes de personas que utilizan hipnosis en lugar de anestesia, el efecto placebo, el uso de psicólogos deportivos, homeopatía y medicinas alternativas, el efecto de la meditación y las dietas anticancerígenas y todos los ejemplos imaginables de en qué medida la mente puede influir en el cuerpo. Entonces, ¿por qué nos resulta más difícil dar crédito a que la mente reproduzca síntomas físicos? Frente a todos los efectos positivos que puede tener la mente, también puede haberlos negativos. No tiene sentido seguir oponiéndose a esta idea: la incapacidad de origen psicológico está por todas partes, puede existir y existe. Es un problema frecuente que puede afectar a cualquiera, tanto a nosotros como a personas a quienes conocemos y queremos.”


Argumento


La doctora en medicina Susan O'Sullivan,  especialista en neurología, y una de las mayores expertas mundiales en enfermedades psicosomáticas, escribió hace unos años este extraordinario libro. En él refleja su impresionante experiencia clínica con pacientes con unos síntomas muy graves, muchos casos de convulsiones recurrentes, pero también parálisis, ceguera, dolores, por supuesto fatiga crónica, etc. Y todos estos casos reflejados en este libro, por más extraño o inconcebible que pueda parecer a una medicina más anquilosada y mecanicista de lo que nos gustaría a muchos, tienen un origen psicosomático. Y ¿cómo podía saber esto la doctora O’Sullivan? Fundamentalmente porque las elaboradas y complejas pruebas neurológicas y de todo tipo a los que sometía a sus pacientes, confirmaban la falta de daño estructural.  Es decir, si estaban estas convulsiones y se creía que podían ser ataques epilépticos, las estructuras encefálicas estaban intactas, si el paciente se quejaba de inmovilidad, las pruebas neurológicas y fisiológicas eran completamente normales. Además de que esas pruebas reflejaban la falta de patología estructural, una serie de indicios le iban dando a esta doctora señales de que la enfermedad provenía de estructuras diferentes. Por ejemplo, el cambio de la zona dolorida o de los síntomas, a veces sin ningún sentido, o las propias incongruencias que iba detectando a medida que investigaba en esa enfermedad.  Además de contar varios casos bastante espectaculares, la doctora reflexiona seriamente sobre estas enfermedades y nuestro absoluto desconocimiento,  en una medicina, y eso lo digo yo y no ella, reduccionista y en un paradigma absolutamente obsoleto. 


“A la sociedad moderna le gusta creer que la mente puede ayudarnos a sanar. Cuando no nos sentimos bien, nos decimos que, si adoptamos una actitud mental positiva, tendremos más posibilidades de recuperarnos. Estoy convencida de que así es. Ahora bien, la sociedad no es plenamente consciente de la frecuencia con la que las personas hacemos justo lo contrario y, de manera involuntaria, enfermamos con el pensamiento. Sin duda, hay diversos trastornos médicos que acostumbran a asociarse con el estrés. La mayoría de nosotros sabemos que el estrés nos sube la tensión arterial y nos hace más vulnerables a padecer úlceras de estómago. Pero cuántos de nosotros somos conscientes de la frecuencia con la cual nuestras emociones pueden provocar una incapacidad grave sin que exista ninguna enfermedad física que la explique?”



Lo mejor

 

Este es un libro extraordinario, valiente, riguroso y esclarecedor. Me recuerda mucho al trabajo del doctor John Sarno, un médico Neoyorquino, especialista en fisioterapia, que vio que muchos de sus pacientes con dolores crónicos e incapacitantes no mejoraban un ápice con un simple tratamiento fisiológico, y entonces, de forma muy audaz y valiente, le hizo investigar y dar una explicación diferente a estos problemas que en ocasiones mediatizaban tanto la vida de algunas personas, empujándolas a estar en cama o recluidas sin salir. En su investigación, el doctor Sarno vio que era la psique, es decir, los problemas psicológicos y la propia relación que establecía la persona con la dolencia o enfermedad, en muchas de las ocasiones, la causante de un gran número de patologías. A partir de entonces, el doctor Sarno se dedicó a escribir libros sobre su experiencia y dar conferencias para explicar su teoría de estos dolores crónicos. Lo más increíble fue que muchos de los pacientes al, simplemente, comprender cómo se generaba su patología, cambiaron su forma de relacionarse con la enfermedad y se produjeron mejoras increíbles, que no han tenido durante años o décadas de tratamientos convencionales (Aquí dejo un enlace con algunos de los libros de este médico https://www.amazon.es/Libros-DR-JOHN-SARNO/s?rh=n%3A599364031%2Cp_27%3ADR.+JOHN+E.+SARNO)

 

Volviendo a este libro y a la doctora O'Sullivan,  lo destacable es su apertura mental y su lucidez para no encerrarse en lo que la medicina convencional diría.  En mi opinión, la medicina actual es un fiel reflejo del mecanicismo filosófico de la ciencia. La medicina actual es reduccionista; es incapaz de comprender al ser humano en toda su totalidad  y lo entiende como un conjunto de reacciones bioquímicas o fisiológicas que nada tienen que ver con su voluntad y apenas con su forma de vida.  Podremos poner la metáfora del coche; la medicina moderna ve a las personas como un coche, de tal forma que, si hay algún problema en el coche, ha de deberse sin duda a que algún elemento del coche está fallando; si por ejemplo no frena bien,  fallarán los propios elementos de frenado o al menos las vías por las cuales el conductor comunica al coche que frene, pero sea como fuere, será un problema estructural; sería estúpido pensar que el coche y la relación del coche con los problemas tiene algo que ver con lo que le pasa al coche; pues un coche básicamente es un trozo de hierro, plástico y demás elementos inertes (aquí no me he quedado calvo pensando…).  Igualmente la medicina moderna nos ve de esta forma;  “usted cállese y déjeme trabajar y ver qué pastillita es la que le corresponde…”. Con esto no quiero decir, por supuesto, que la medicina moderna no tenga muchos beneficios y ayude en muchos casos, hablo solo de lo que, en mi opinión, es su ortodoxia monolítica y su desprecio absoluto por las emociones; en la concepción materialista y mecanicista del hombre y de la naturaleza, donde todo aquello que no sea matemáticas o física es dudoso, puesto que no se puede medir o cuesta mucho más hacerlo, las emociones y los sistemas complejos no gustan mucho.

 

La doctora O’Sullivan va perfilando desde su experiencia que la salud y la enfermedad son más complejas de lo que parece.  Aquí también me recuerda mucho a la visión chamánica,  por supuesto denostada por la ciencia materialista y prepotente, también llamada cientificismo,  y ensalzada de forma ridícula por su contraria, el pensamiento mágico.  En el chamanismo se ve la enfermedad como algo complejo que afecta a toda la persona, no como síntoma local, justo al revés, el síntoma local habla de la persona total, y la solución tiene que pasar por una solución integral.  Por supuesto que esta visión chamánica puede ser en alguna medida muy limitada y no creo que niegue en absoluto la medicina científica, más bien la complementa.  Esa es la visión de este libro: desde luego somos materia, pero no somos solo materia, aunque no somos  espíritu o energía en exclusiva, como dirían otro tipo de filosofías en el otro extremo y tan reduccionistas, a veces, como la primera.


“De media, cada día un tercio de las personas que consultan al médico de cabecera presentan sí­ntomas que, médicamente, se consideran inexplicables.” 


Lo peor


Es  muy loable la apertura mental de esta excepcional médica, su capacidad para ir más allá de lo establecido, aún encontrándose con mucha resistencias, tanto de los pacientes, que al recibir la opinión de la doctora poco menos que la tildan de desquiciada, falsa médica o estúpida, como de la comunidad científica, firmemente establecida en esa visión mecanicista de las personas, donde las emociones y la psique no tienen mucha cabida.  Aun así se puede echar de menos que esta doctora llegue a las conclusiones más rotundas; esto es, que la visión mecanicista  en la medicina tiene muchas limitaciones y provoca muchísimo dolor, y que esta visión viene de lejos y que es firmemente apoyada por la estructura financiera y comercial de las farmacéuticas, haciendo los sistemas sanitarios sospechosos en muchas ocasiones.

 

El gran psicólogo José Luis Pinillos dijo una vez que ”el psicólogo que solo sabe de psicología, ni de Psicología sabe”.  Me parece una frase extraordinaria que nos habla del peligro de ver la vida desde un paradigma o influencia, de la necesidad de ver la vida desde muchos puntos de vista para comprender algo de algo. Quizás a esta doctora le falte un poco de esa heterodoxia, de esa comprensión más profunda de dónde vienen esos postulados tan rígidos; pero aun así, su apertura y sus conclusiones son extraordinarias y su audacia digna de elogio.


“Cada persona vive las dolencias a su propio modo, y ahí radica precisamente la diferencia entre enfermedad y dolencia. Recuerdo a un amigo que no era médico que se preguntaba por qué no era posible definir todas las características de una única enfermedad. Si lograra hacerse, podría crearse un mapa o una fórmula para todas las afecciones comunes y los médicos podrían incluso quedar obsoletos, pues cada cual podrí­a introducir sus síntomas en un programa informático y en la pantalla aparecería un diagnóstico. Aquel amigo no había entendido la condición humana. No entendía en qué medida cada paciente influye en su propia enfermedad. La personalidad y la experiencia vital moldean la presentación  clínica, la respuesta y el resultado de cualquier roce de una persona con una dolencia. Si se toma a cien personas sanas y se las somete a la misma lesión, se obtendrán cien respuestas distintas. Por eso la medicina es un arte.”


Qué puedo aprender de este libro


De este libro podemos aprender mucho. Nos puede ayudar a reflexionar sobre el punto de partida de la medicina occidental; mecanicista y sintomática, nos puede ayudar a reflexionar sobre el inmenso poder de la mente, la increíble capacidad de sugestión que tenemos las personas, de a dónde nos puede llevar en ocasiones la falta de afrontamiento de nuestros propios “temas pendientes”, como dice la psicología Gestalt. 

Desde luego, esto no es un libro para negar la medicina occidental o acudir a un curandero si me duele algo. En mi opinión, estamos en alguna medida atrapados entre dos puntos de vista extremos:  por un lado, una visión mecanicista (la visión de la persona como un coche, que decía antes) y por otro lado, una visión bastante mágica (la persona como un conjunto de energías que van flotando y que tienen que ver con los chakras, la alineación de los astros el aura y no sé qué cosas más…).  Ambas visiones, en mi modesta opinión, son muy incompletas, la primera porque se basa en una forma de ver a las personas rígida y prepotente, ella tiene la razón y quien no lo diga así es un ignorante atrasado y subdesarrollado.  La segunda, porque en su nivel extremo no tiene un gramo de seriedad ni de rigor, y si pudiera tener algo de verdad o de razón, la pierde al no considerar la seriedad como algo imprescindible para cualquier aproximación a la verdad.


La conclusión de esta doctora extraordinaria es algo así como que comprender la inmensa complejidad de la enfermedad es imprescindible.  Aquí pasaríamos, y esto lo digo yo  y no la doctora, a una metáfora diferente.   En una historia clínica que cuenta el libro, dice que un psiquiatra le dijo a una paciente suya simplemente algo que le ayudó mucho: que sus problemas no estaban en el hardware sino en el software.  Bonita metáfora, que sigue siendo muy mecanicista, pero es un paso más sutil, podemos tener problemas de software aunque el hardware esté inmaculado. Pero una metáfora aún más sensata es la que tienen muchas medicinas integrales: las personas no somos una yuxtaposición de células u órganos; somos seres complejos, con cuerpo y mente,  con emociones;  y cuya mente poderosísima para bien y para mal, es un factor a tener en cuenta siempre.  Desde esa nueva metáfora de las personas, se podría construir una medicina mucho más poderosa y saludable,  por no hablar de una psiquiatría que rompiera de una vez por todas con el bochornoso negocio de los psicotrópicos.


Por todo ello, me parece este libro extraordinario y muy digno de ser leído. 



“-Entonces, ¿prefiero tener una convulsión que afrontar algo desagradable en mi vida? ¿Por qué iba a hacerme eso a mí misma?

-Es ridículo, es completamente ridículo-Mark estaba furioso

Sé que esto es muy duro. No es algo que te estés haciendo, Pauline. Si el resto de lo que diga te parece ridículo, recuerda solo una cosa: las convulsiones son reales, al margen de dónde surjan. Son reales e incapacitantes, escapan a tu control y han de tomarse muy en serio. La causa solo nos ayuda a indicar un tratamiento, no desmerece en modo alguno lo espantoso que es experimentar esos ataques.

-¿Cuál es el tratamiento?

-Me gustaría derivarte a una psiquiatra.

-Después de todo lo que ha dicho, lo reduce todo a afirmar que estoy loca.

-No. Estas convulsiones son el modo que tu cuerpo tiene de decirte que algo no funciona. La psiquiatra podría ayudarte a averiguar qué es. Creo que estas convulsiones tienen cura, Pauline. Y opino que un psiquiatra podría ayudarte a entenderlo.”


 

 

 

Estoicismo Cotidiano: Ryan Holiday, Stephen Hanselman

 

Estoicismo cotidiano

El estoicismo fue una escuela de filosofía que fundó Zenón de Citio, a principios del siglo III a. C. Su nombre se deriva del griego stoa, pórtico, porque ahí fue donde Zenón comenzó a dar clases. La filosofía manifiesta que la virtud (son cuatro las virtudes fundamentales: el control de uno mismo, el valor, la justicia y la sabiduría) es la felicidad y que la causa de la mayoría de nuestros problemas radica en cómo percibimos las cosas, no en las cosas en sí mismas. El estoicismo nos enseña que no podemos controlar ni depender de nada, salvo de lo que Epicteto denominó “libre albedrío”, es decir, nuestra capacidad para emplear la razón para elegir cómo clasificamos, respondemos y nos adaptamos a los sucesos externos.


Argumento

 

En este excepcional libro, estos dos autores, expertos en la filosofía estoica, presentan de una forma amena, original pero rigurosa y profunda, esta filosofía perenne (como diría Aldous Huxley), y con tanto que decir, cuyos valores y formas de vida que propone son lo contrario a los que tenemos en esta cultura desnortada, materialista, depredadora, superficial, egocéntrica y hedonista que hemos construido entre todos. 

 

El estoicismo es una filosofía clásica y profunda, cuando la filosofía seguía significando lo que significa etimológicamente: philo (amor) a la sophia (conocimiento o sabiduría). Luego la filosofía se convirtió en gran medida, como dice el terapeuta Fritz Perls, en una masturbación mental o en Elephant shit (?).

 

La filosofía estoica ha sido llamada el budismo occidental, y es que coincide en gran parte con esas filosofías nacidas a partir de Siddharta Gautama en la India y el Tíbet. Coinciden, por ejemplo, en observar que nuestra vida externa depende totalmente de nuestra vida interna. Buda dijo: “en la vida todo son pensamientos, nuestra vida son pensamientos”, en el mundo estoico podríamos citar a muchos, por ejemplo, Epícteto o Heráclito:  “La verdadera y única sabiduría es conocer la Mente, que puede disponer o gobernar todas las cosas por medio de todas las cosas” (HERÁCLITO, citado en DIÓGENES LAERCIO, Vidas y opiniones de los filósofos ilustres, 9.1).

 

También nos recuerda al budismo en su insistencia en no vivir de cualquier modo, en “no usar el mundo como un cenicero” que dice el cantautor Jorge Drexler en una canción, en tener una vida no atrapada por los venenos mentales, las pasiones, los vicios, el hedonismo, el egocentrismo, que no nos convierte en animales, ojalá se quedara la cosa ahí, nos convierte en orcos, en seres lamentables con vidas lamentables.

 

Con nada menos que 366 reflexiones basadas en los más importantes filósofos estoicos, como Epícteto, Séneca, Marco Aurelio, etc. nos introduce en esta sabiduría atemporal. 

 

Cabe destacar que esta filosofía no surge de unos hombres ociosos que, sin saber muy bien qué hacer, se dedican a hacerse preguntas. Esta filosofía surge del dolor, de esos “callejones sin salida de los que surgen las revoluciones” como decía Bertold Brecht. Por ejemplo, el mayor maestro en mi opinión fue Epicteto, hombre de vida apasionante, que fue durante un tiempo esclavo, que luego vivió estudiando (o mejor dicho, estudiándose) y luego enseñando. No dejó ningún libro escrito, como Sócrates, y como éste, lo que se conserva de él ha sido recogido por sus discípulos. Epícteto tiene una importancia enorme para la psicología y la psicoterapia desde que hace unas décadas el psicólogo norteamericano Albert Ellis creara la psicoterapia cognitiva basándose en en sus reflexiones y la vida que este filósofo (o mejor, maestro) proponía.


Lo mejor

 

Lo mejor de este libro, en mi opinión, es que nos da donde más nos duele: en el vacío, en la robotización, en el materialismo y el afán de más y más (riqueza, viajes, ropa, disfrute, experiencias, sexo, amantes…), en nuestro enfermizo modo de vida ególatra, y sin sentido, en nuestro nihilismo, en nuestra locura biomédica y tecnológica, en nuestra mente descontrolada que pone al mundo y a la vida “living on the edge” como dice la canción de Aerosmith.

 

1. Ante la idea tan extendida de la “persona máquina”, del determinismo, idea tan difundida, desde el universo mecanicista que instauraron los Newton, Descartes, Bacon y la ciencia positivista, tan seguido en el paradigma biomédico de la medicina actual, y luego en otro sentido, Freud y su inconsciente oscuro como una noche sin luna, o en nuestra época los seguidores de las filosofías new age y sus ideas peregrinas, Epícteto nos repite por activa y por pasiva:

 

“De nosotros dependen el albedrío y todas las acciones del albedrío; no dependen de nosotros el cuerpo, las partes del cuerpo, la hacienda, los padres, los hermanos, los hijos, la patria y, sencillamente, quienes nos acompañan”

 

Epicteto, Disertaciones por Arriano, 1.22.10

 

“No eres carne y pelo, sino albedrío. Si tu albedrío es bello, entonces serás bello”

 

Epicteto Disertaciones por Arriano, 3.1.39-40

 

“En eso consiste la tarea principal de la vida. Distingue las cosas, ponlas por separado y di: “Lo exterior no depende de mí, el albedrío depende de mí. ¿Dónde buscaré el bien y el mal? En lo interior, en mis cosas”.

 

Epicteto, Disertaciones por Arriano, 2.5.4-5

 

Ante este determinismo, Epícteto, al igual que tantos, como Sartre, que dijo “El hombre está condenado a ser libre”, o en general la filosofía existencialista, o de una forma más práctica lo aprendieron las enormes figuras del psiquiatra Viktor Frankl, que torturado en un campo de concentración llegó a conclusiones muy similares a Epícteto, o Nelson Mandela, al que estar 27 años en prisión de forma injusta le hizo pensar de forma similar: “las circunstancias nos influyen pero no son decisivas, somos más que circunstancias o resortes, somos seres humanos con albedrío o libertad”, aunque esto duela.

 

2. Ante esta brutal forma de vida llamada hedonismo, esa identificación de la felicidad con el placer, con sus consecuentes resacas, esa necesititis que nos hace niños malcriados, dice:

 

“¡Cuántos placeres han gozado los malvados, los prostituidos, los parricidas, los tiranos!

 

Marco Aurelio, Meditaciones, 6.34


Nunca es bueno juzgar a los demás, pero sí vale la pena tomarse un momento para entender cómo funciona una vida dedicada a satisfacer todos los caprichos. En Bird by Bird la escritora Anne Lamott bromea: “¿Alguna vez se han preguntado qué piensa Dios del dinero? Sólo hay que ver a las personas a quienes se los concede”. Sucede lo mismo con el placer. Mira al dictador y su harén de amantes manipuladoras e intrigantes. Mira qué pronto las fiestas de una estrella joven se convierten en adicción y una carrera truncada.

Pregúntate: ¿Vale la pena? ¿Es realmente agradable?

Tenlo en cuenta cuando ansíes algo o contemples darte gusto con un vicio “inofensivo”.”

 

“Si has concebido la idea de algo que te complace, guárdate de ser arrastrado por ello; más bien deja que el asunto espere y tómate un cierto plazo por su parte. Luego piensa en ambos momentos, en el momento en que gozabas del placer, y en el momento, después del goce, en que te arrepentirás y te harás reproches a ti mismo. Y coloca frente a esto la visión de cómo te regocijarás si te has abstenido del placer y cuán satisfecho te vas a sentir de ti mismo. Pero si te parece razonable embarcarte en esa situación, ten cuidado para que su encanto, su agrado y su atractivo no te venzan; coloca en el otro lado la idea de cuánto mejor es ser consciente de haber conseguido esa victoria.

 

Epicteto, Enquiridión, 34”

 

3. Ante la pandemia total de ansiedad y depresión, la enfermedad de nuestra época, y que, por si no lo sabías, no es una enfermedad de las personas sino de sus cerebros que no segregan la suficiente dopamina, serotonina, etc (esto es ironía), la filosofía estoica nos dice:

 

Cuando veo a un individuo angustiado, me digo: “¿Qué querrá éste? Si no quisiera algo de lo que no depende de él, ¿cómo iba a estar angustiado?”.

 

Epicteto, Disertaciones por Arriano, 2.13.1

 

“Las enfermedades son vicios inveterados, endurecidos, como la avaricia, como la ambición. Éstas se adhieren al alma muy estrechamente y comienzan a ser males continuos suyos. Para definirla en pocas palabras: la enfermedad es un juicio obstinado en el mal, tal como considerar ardientemente deseable lo que sólo suavemente hay que desear.

 

SÉNECA, Epístolas morales a Lucilio, 75.11”


4. Ante la relatividad del hombre líquido, que dice el filósofo Bauman, que afirma que todo da igual, que todo es lo mismo, la filosofía estoica dice:

 

“De lo existente, unas cosas son buenas, otras malas y otras indiferentes. Buenas son las virtudes y lo que participa de ellas; malas, las maldades y lo que participa de la maldad; indiferente, lo que está entre ambas: la riqueza, la salud, la vida, la muerte, el placer, el dolor.

 

Epicteto, Disertaciones por Arriano, 2.19.13”



Lo peor

 

Se dice que la filosofía estoica es muy repetitiva, que siempre habla de lo mismo, que los autores se repiten. Bueno, tal vez para una mente como la nuestra, ávida de estímulos, acostumbrada a ser bombardeada con nuevas cosas o se aburre. Puede resultarte por momentos, en este sentido, aburrida. Algunas frases pueden resultarte crípticas o poco comprensibles, hay que comprender que fueron escritas hace bastantes siglos, aún así, lo profundo, el significado, es más actual que nunca.


Qué puedo aprender de este libro

 

“Qué han encontrado estos hombres y mujeres ejemplares en el estoicismo que los demás no han sabido identificar?

Muchísimo. Si bien con frecuencia los académicos consideran el estoicismo como una metodología anticuada de mínimo interés, han sido los principales actores del mundo quienes han descubierto que aporta la tan necesaria fortaleza y resistencia para sus vidas exigentes.”

 

Como dice el libro, muchísimo, si bien no todos podrán apreciar su importancia. El estoicismo no es hacernos “niños buenos”, a mí personalmente no me gustan los niños buenos que renuncian a la vida de lujo o placer porque “hay que portarse bien”. Hay que tener una mente algo despierta para ver que nuestro estilo de vida marca nuestro destino, como decía aquel adagio chino (siembra un acto y cosecharás una costumbre, siembra una costumbre y cosecharás una forma de ser, siembra una forma de ser y cosecharás un destino”). 

Comprender el poder de esta filosofía es comprender que otra forma de vida es posible, pero no desde la ingenuidad o el pensamiento mágico que acompaña las filosofías new age o místicas “de todo a cien”, que crecer es ir más allá de una ética impuesta, es comprender que es posible sintonizar con el Tao y vivir conforme a él, a cómo es la vida y apostar por lo nutritivo y lo sano (el crecimiento, los hábitos sanos, la profundidad), y esto pasa por mirar hacia adentro, no hay otro camino, ninguna forma de escapismo, por elaborada o tecnológica que sea, nos conducirá a dónde hemos de ir, adónde se refería Machado cuando decía: “no corras, ve despacio, que donde tienes que llegar es a ti mismo”. 

Hay que reeducar nuestros gustos, como dice Ernesto Sabato, para que nos guste y apreciemos lo extraordinario de la vida: el arte en todas sus expresiones, la naturaleza, el amor y el sexo con sentido, el gran placer que es vivir cuando se vive sin avidez por el placer. En la estupenda serie francesa “Sangre y dinero” se produce un diálogo entre dos mafiosos que me llama mucho la atención:

 

Mafioso 1: Mil seiscientos cincuenta y cinco… su rolex, es un mil seiscientos cincuenta y cinco, Freccione…

Mafioso 2: Tiene usted buen ojo.

Mafioso 1: También lo llaman el Steve McQueen. 

Mafioso 2: ¿Le gustan los relojes?

Mafioso 1: Me gustan los relojes, las escort asiáticas, los vuelos en jet privado… 

 

Esto es solo una ilustración del materialismo, la codicia y la avaricia que, en mi seguramente equivocada opinión, está tan extendida. Nuestra cultura está descabalgada, si nos dejamos llevar en este río, nos conducirá irremediablemente a la insustancialidad de las redes sociales o la desconexión con la vida, a las relaciones vacías, a la enfermedad mental, diagnosticada o no, a fabricar una vida de mierda para luego protestar y culpar a los demás y a la propia vida por ser una mierda (?). 

 

Es en ese contexto donde leer y estudiar estoicismo es un acto de rebeldía, un decir: no quiero ser una marioneta del capitalismo salvaje y de la necedad y brutalidad humana.

Por todo lo dicho, recomiendo mucho la lectura de este libro.



“Hay un camino para la serenidad —tenlo a mano al alba y durante el día y por la noche—: el apartamento de lo que no depende del albedrío, el no considerar nada como propio, el entregar todo al Genio, a la Fortuna.

 

Epicteto, Disertaciones por Arriano, 4.4.39”

 

¿Quién es el invencible? Aquel a quien no saca de sus casillas nada ajeno al albedrío.

 

Epicteto, Disertaciones por Arriano 1.18.21


“En una de sus cartas célebres, Séneca observa con cuánta frecuencia las personas poderosas son esclavas de su dinero, posiciones, amantes e incluso de sus esclavos (legales en Roma). “No existe esclavitud más deshonrosa que la voluntaria” [Epístolas morales, 47.17], dijo con escarnio


“[Diógenes de Sínope dijo] que las cosas mejores se venden por muy poco precio, y al contrario.

Diogenes Laercio, Vidas y opiniones de los filósofos más ilustres, 6.10”


 

 

 

 

La Resistencia - Ernesto Sabato (2000) 

 

Ernesto Sabato La resistencia


¿Quién es Ernesto Sabato?


El físico, escritor y pintor argentino Ernesto Sabato (1911-2011) es uno los mayores intelectuales del siglo XX y de la historia de la humanidad. De formación científica, como relevante físico que llegó a trabajar en prestigiosos centros científicos, siempre fue un humanista. Con un compromiso humano fuera de duda, lo que le hizo militar en movimientos revolucionarios, sobre todo cerca del anarquismo y del comunismo, finalmente hombre de letras, autor de tres extraordinarias novelas: “El túnel”, “Sobre héroes y tumbas” (considerada una de las mejores novelas latinoamericanas del siglo XX) y “Abaddon el exterminador”, además de numerosos ensayos, como el que comentamos “La Resistencia” y otros que también se irán colando en este recomendación como “Hombres y engranajes” y “Antes del fin”, autobiografía, y a la inmensa altura del resto de su obra. Toda esa obra extraordinaria y su gran compromiso social le llevaron a un gran reconocimiento social, con premios como el Cervantes, lamentablemente no recibió el nobel (parece que otras figuras como Cela o Vargas Llosa fueron más dignas de ese premio que él). En el año 2000 publicó este libro, “La resistencia”, de forma gratuita en internet, siendo el primer escritor en español en hacerlo. 

Su punto de vista, como se puede ver en este libro y en el resto, es una firme crítica a la cultura occidental que hemos creado entre todos y en la que ve, como muchos vemos, muchas y muy peligrosas sombras.


"Estamos indudablemente frente a la más grave encrucijada de la historia, ya no se puede avanzar más por el mismo camino. Hace tiempo que el sentimiento humanista de la vida perdió su frescura; en su interior han estallado contradicciones destructivas: el escepticismo le ha minado su ánimo. La fe en el hombre y en las fuerzas autónomas que lo sostenían se han conmovido hasta el fondo."

La resistencia


Argumento

 

Primero una aclaración para despistados: este libro, “La Resistencia”, no trata sobre el famoso programa de Broncano ni tampoco se habla de cuánto dinero tiene el invitado ni cuántas veces tiene sexo al mes como se hace en ese “extraordinario” programa. Habla de otras cosas, quizás menos interesantes, pero aún así también importantes (?).


Según la opinión de este intelectual, hablando desde sus 90 años (cuando escribió este libro) y desde la odisea que fueron esos años, llenos de revoluciones, crisis personales, viajes, descubrimientos, encuentros y desencuentros, dramas como la muerte de su propio hijo y miles de libros que generaron una erudición impresionante, no estamos en un buen momento de la historia. Piensa que desde el renacimiento y la época industrial hemos avanzado en muchos aspectos materiales y justo lo contrario en los valores humanos, habiendo construido en occidente una cultura robótica, asfixiante, vacía de contenido, obsesionada con el progreso material, hedonista y superficial.


"Esta crisis no es la crisis del sistema capitalista, como muchos imaginan: es la crisis de toda una concepción del mundo y de la vida basada en la idolatría de la técnica y en la explotación del hombre. Para la obtención del dinero, han sido válidos todos los medios. Esta búsqueda de la riqueza no ha sido llevada adelante para todos, como país, como comunidad; no se ha trabajado con un sentimiento histórico y de fidelidad a la tierra. No, desgraciadamente esto parece la estampida que sigue a un terremoto donde en medio del caos cada uno saquea lo que puede. Es innegable que esta sociedad ha crecido llevando como meta la conquista, donde tener poder significó apropiarse y la explotación llegó a todas las regiones posibles del mundo."

La resistencia


Y esta crisis planetaria, crisis de desigualdad de la riqueza, crisis de la desesperación y la enfermedad mental, crisis del cambio climático y sus estragos, crisis política y sobre todo, crisis de desorientación humana, tiene que ver con haber establecido como pilares de nuestra cultura la razón y el dinero, arrasando con todo lo anterior (“por precientífico o poco útil”).


"Tal como Berdiaeff advirtió, el Renacimiento se produjo mediante tres paradojas: 1º Fue un movimiento individualista que terminó en la masificación. 2º Fue un movimiento naturalista que terminó en la máquina. 3º Fue un movimiento humanista que terminó en la deshumanización."

Hombres y engranajes


Ese impulso por dominar y explotar la naturaleza “caiga quien caiga”, donde el límite es lo que técnicamente se puede se asentó en una inmensa fractura.  Fractura con las religiones, desde luego más comprensible desde la corrupción de estas. Fractura también con las tradiciones espirituales y las filosofías profundas, verdaderos repositorios de lo mejor del ser humano; fractura con la “época axial” como llamó el filósofo Jaspers a ese periodo de los genios espirituales como Lao-Tse, Confucio, Buda,  y Jesús. Y desde esa fractura y el vacío que deja, abandonarse a ese impulso por crear un superhombre que vence con su voluntad y su prepotencia este “universo frío y vacío”, sin dioses ni amos, donde su apetito marca el límite, imbuido en la religión del “progreso”, del que hablaba el filósofo Ivan Illich, donde el “progreso” lo arregla o lo arreglará todo y los problemas creados por el cientifismo y la economía antropófaga, “con más ciencia y más economía se arreglan”...


"Ha llegado el momento de decir adiós al siglo XIX, a ese maravilloso siglo XIX, con Stephenson y su máquina de vapor, su electricidad, su pujante economía capitalista, su optimismo cósmico. Ese siglo en que todos los males de la humanidad iban a ser resueltos mediante la Ciencia y el Progreso de las Ideas; en que se ponía a los hijos nombres como Luz y Libertad, y en que se constituían bibliotecas de barrio llamadas Músculo y Cerebro."

Hombres y engranajes


Por supuesto, huelga decirlo, Sabato no apuesta por negar la razón y volver a la irracionalidad más animal, ni tampoco aboga por dejar de darle importancia al dinero y a lo material y vivir, como  “puro intelecto” como describía a su entrañable” Gurb” el novelista Eduardo Mendoza. No es negar la razón ni lo material, es no fundar nuestra vida en estos valores hasta llevarlos al extremo, esto es, la razón hasta el extremo de la sinrazón y el afán de oro hasta la adicción, la avaricia, el apego, que según Buda era el primero y más importante de los venenos mentales que nos hacen seres mezquinos y enfermos.


"Asistimos a una quiebra total de la cultura occidental. El mundo cruje y amenaza con derrumbarse, ese mundo que para mayor ironía es el resultado de la voluntad del hombre, de su prometeico intento de dominación."

La resistencia


Sabato va mostrándonos, con su mágica prosa, con sus reflexiones dignas del maestro que es, las brutales consecuencias que a todos los niveles tiene este estilo de vida contranatura; consecuencias externas, donde tantas personas viven en la injusticia, en el hambre y la miseria, pero también en los llamados países desarrollados, donde la explotación en forma de estrés letal, de precariedad y de “robo de la conciencia” por los mass media, es una realidad.


"el hombre de la posmodernidad está encadenado a las comodidades que le procura la técnica, y con frecuencia no se atreve a hundirse en experiencias hondas como el amor o la solidaridad”

La resistencia


“La técnica y la razón fueron los medios que los positivistas postularon como teas que iluminarían nuestro camino hacia el Progreso. ¡Vaya luz que nos trajeron! El fin de siglo nos sorprende a oscuras, y la evanescente claridad que aún nos queda, parece indicar que estamos rodeados de sombras. Náufrago en las tinieblas, el hombre avanza hacia el próximo milenio con la incertidumbre de quien avizora un abismo”

Antes del fin


Y las consecuencias a nivel interno no son menores que a nivel externo, si bien a nivel material es innegable que la modernidad ha traído cosas buenas y hemos mejorado en algunas zonas del planeta, al menos, a nivel interno, en lo que somos, no se puede decir lo mismo.


"Siempre hubo ricos y pobres, salones de baile y mazmorras, muertos de hambre y fastuosos banquetes. Pero en este siglo ha cundido de tal manera el nihilismo que se hace imposible la transmisión de valores a las nuevas generaciones. 

La Resistencia


"Que no son sino aspectos de una sola y gigantesca paradoja: la deshumanización de la humanidad. Esta paradoja, cuyas últimas y más trágicas consecuencias padecemos en la actualidad, fue el resultado de dos fuerzas dinámicas y amorales: el dinero y la razón."

Hombres y engranajes


Y ante todo este panorama que Sabato entiende (y yo, desde luego) como desolador, no se resigna a la extinción a la que nos lleva esta locura colectiva, de ahí este libro-carta, como una reflexión, una invitación a despertar y a trabajar por un cambio interno sin el cual este apocalipsis parece inevitable, solo la duda si vendrá de la degeneración letal del clima, de otra nueva guerra mundial o de una gracieta de un nuevo desgraciado megafascista (Putin, Trump, Netanyahu...).


"Tenemos que reaprender lo que es gozar. Estamos tan desorientados que creemos que gozar es ir de compras. Un lujo verdadero es un encuentro humano, un momento de silencio ante la creación, el gozo de una obra de arte o de un trabajo bien hecho. Gozos verdaderos son aquellos que embargan el alma de gratitud y nos predisponen al amor."

La resistencia


"Debemos oponernos al vaciamiento de nuestra cultura, devastada por esos economicistas que sólo entienden del Producto Bruto Interno —jamás una expresión tan bien lograda—, que están reduciendo la educación al conocimiento de la técnica y de la informática, útiles para los negocios, pero carente de los saberes fundamentales que revela el arte."

Antes del fin


Lo mejor 


Libro extraordinario de todo un maestro, un maestro occidental, todo lo que una persona puede llegar en un occidente que perdió la ascesis, es decir, el trabajo interno, hace mucho y salvo raras excepciones, no ha recuperado.

Lleno de reflexiones que hacen daño por su brillo, como mirar un foco o al sol, pero que iluminan y nos desvelan mucho. Es la traducción a palabras de una persona fabulosa, que no habla desde un cerrado punto de vista, pues ha estado en todos, ha sido científico, ha sido revolucionario (y lo sigue siendo), ha sido pintor y artista, ha sido escritor y creador de mundos y sobre todo ha sido hombre comprometido con un corazón abierto.

Libro para leer y releer. Podemos estar o no de acuerdo con él, o de acuerdo en partes y desacuerdo en otras, claro, pero no podemos negar la profundidad y la luz que subyace a un libro extraordinario de una persona extraordinaria.



"Se habla mucho del Hombre Nuevo, con mayúsculas. Pero no vamos a crear a ese hombre si no lo reintegramos. Está desintegrado por esta civilización racionalista y mecánica de plásticos y computadoras. En las grandes culturas, como en las obras de arte, las fuerzas oscuras son atendidas, por más que nos avergüencen o nos den asco."

La resistencia


"La vida es un equilibrio tremendo entre el ángel y la bestia. No podemos hablar del hombre como si fuera un ángel, y no debemos hacerlo. Pero tampoco como si fuera una bestia, porque el hombre es capaz de las peores atrocidades, pero también capaz de los más grandes y puros heroísmos."

La resistencia



Lo peor


Hay quien puede juzgar la posición de Sabato como pesimista o catastrofista. Sabemos que el optimismo vacío e ingenuo (todo se arreglará solo) está de moda. Yo no creo ser nada pesimista, pero también huyo, pues me parece igual de nocivo, de ese optimismo irracional, ingenuo donde “de nada hay que preocuparse, pues las aguas siempre vuelven a su cauce”. Me pregunto si algunos judíos en la alemania nazi, antes de “la noche de los cristales rotos” se decían a sí mismos que “no hay nada de lo que preocuparse”. Sabemos cómo acabó la película. Sabato nos dice clara y brillantemente que es muy fácil en este mundo perder la vida sin morir, vivir robotizado, hipnotizado por el lujo y la estulticia, vidas miserables y mezquinas, donde lo único que nos preocupa es “qué hay de lo mío” y “ándeme yo caliente...”, como decía el gran poema de Gongora.


¿Qué puedo aprender de este libro?


Este libro, “La resistencia”, y todos los de este autor nos pueden ayudar a reactivar nuestra mente paralizada, llena de información irrelevante, más perdida que un canguro en Manhattan.


Esta cultura, con muchas cosas buenas como la democracia o un desarrollo material, en lo positivo de esto, tiene enormes, brutales sombras. Hemos vendido nuestra alma al diablo, al diablo del hedonismo, la avaricia y la codicia, el egocentrismo y por extensión al narcisismo. Los valores se han volatilizado, el nihilismo, que bien enraizado en el alma hace que todo de igual, que bombardear niños para que en el futuro no sean terroristas (muerto el perro se acabó la rabia) o quemarse a lo bonzo en la pira del estrés por un poco más, o pasar del llamado “prójimo” como de “comer mierda”, donde aparte de dónde voy a ir este próximo puente o qué nuevos zapatos me voy a comprar o cómo conseguir llevar a la “cama a a esa pava...” o cuántos likes tiene mi último post, o cuán resaltan mis curvas/músculos y atraen a los otros, NADA importa, TODO da igual.


Niños demasiado mayores para serlo nos peleamos por los migajas (como dice Eckhart Tolle) de esa “ambrosía” del lujo que nos dejan los admirados dueños del mundo, los Elon Musk, Donald Trump y compañía, hombres fuertes que han sabido ver lo bueno de la vida e ir a por ello sin complejos ni cobardías (sin cobardías ni complejos, como dicen los tan aclamados y populares neofascismos).

Pero hay otra vida, pero para verla hemos de ver dónde estamos, si no, difícilmente nos motivaremos a luchar por un mundo mejor que pasa INEVITABLEMENTE por un yo mejor; “sé el cambio que quieres ver en el mundo” dijo Gandhi. 

Este libro es una apuesta por abrir los ojos y ver a través de un sabio, lo cual no quiere decir ver las cosas como él sino “ver lejos por estar a hombros de gigantes” como dijo Newton, figura clave de este cientificismo reduccionista y asfixiante que tanto tiene que ver con dónde estamos.

Por todo ello, recomiendo muchísimo este libro y toda la obra de este maestro llamado Ernesto Sabato.



"si dejáramos de mostrarnos autosuficientes y nos atreviéramos a reconocer la gran necesidad del otro que tenemos para seguir viviendo, como muertos de sed que somos en verdad, ¡cuánto mal podría ser evitado!"

La resistencia


"La libertad personal llegará inculcando a las multitudes la convicción de que tienen la posibilidad de controlar el ejercicio de la autoridad y hacerse respetar», afirmó Gandhi, ese hombre que luchó hasta la muerte por la libertad de su milenario país. Gandhi era un convencido de que al hombre no se le otorgaría la libertad exterior hasta tanto no hubiera sabido desarrollar la libertad interior."

La resistencia


"Si a pesar del miedo que nos paraliza volviéramos a tener fe en el hombre, tengo la convicción de que podríamos vencer el miedo que nos paraliza como a cobardes."

La resistencia


"Se trata ahora de saber, como dijo Camus, si su sacrificio es estéril o fecundo, y éste es un interrogante que debe plantearse en cada corazón, con la gravedad de los momentos decisivos. En esta decisión reconoceremos el lugar donde cada uno de nosotros es llamado a oponer resistencia; se crearán entonces espacios de libertad que pueden abrir horizontes hasta el momento inesperados."

La resistencia


"Este derrumbe que los comunistas imaginan un mero derrumbe del sistema capitalista, sin advertir que es la crisis de toda la civilización basada en la razón y la máquina, civilización de la que ellos mismos y su sistema forman parte."

Hombres y engranajes


"El escritor debe ser un testigo insobornable de su tiempo, con coraje para decir la verdad, y levantarse contra todo oficialismo que, enceguecido por sus intereses, pierde de vista la sacralidad de la persona humana. Debe prepararse para asumir lo que la etimología de la palabra testigo le advierte: para el martirologio. Es arduo el camino que le espera: los poderosos lo calificarán de comunista por reclamar justicia para los desvalidos y los hambrientos; los comunistas lo tildarán de reaccionario por exigir libertad y respeto por la persona. En esta tremenda dualidad vivirá desgarrado y lastimado, pero deberá sostenerse con uñas y dientes."

Antes del fin


"Pero también aumentó la resistencia de espíritus lúcidos e intuitivos que encarnaron valiente y tumultuosamente la rebelión romántica. Grandes poetas y pensadores de aquel movimiento advirtieron las consecuencias que ocasionaría la desacralización del cosmos y del ser humano. Muchos fueron calumniados, empujados al alcohol o hacia un triste exilio. Como le ocurrió al genial Shelley que en unos versos había vaticinado: «Un pueblo muere de hambre en campos no labrados»"

Antes del fin


"Años atrás, como un Cristo entre ladrones, mataron en Granada a Federico García Lorca. Y a menudo he pensado que aquel crimen horrendo es uno de los símbolos de este mundo que, habiendo erradicado la poesía, ha erigido en su lugar la dureza y el espanto."

Antes del fin


 

 

El hombre más feliz del mundo - Eddie Jaku (2021)

 

El hombre más feliz del mundo portada


Me desperté a las cinco de la mañana al escuchar unas patadas contra la puerta. Diez nazis irrumpieron, me sacaron a rastras de la cama y, palabra de honor, me dieron una paliza de muerte. Mi pijama enseguida se empapó de sangre. Uno cogió su bayoneta, me rasgó la manga y se dispuso a grabarme una esvástica en el brazo. Cuando empezó a sajarme la piel, mi perrita Lulu se abalanzó sobre él. No sé si el nazi se llevó un mordisco o un simple susto, pero me soltó y acto seguido le clavó la bayoneta de su fusil a mi pobre perrita al tiempo que gritaba: «Ein Juden Hund!». Perro judío.


Yo pensé: «Eddie, este es tu último día. Hoy vas a morir». Pero no estaban allí para matarme, solo para apalearme y humillarme. Después de su primer ataque, me sacaron a rastras a la calle y me obligaron a presenciar la destrucción de nuestra casa de doscientos años, el hogar donde se habían criado varias generaciones de mi familia. En ese momento perdí mi dignidad, mi libertad y mi fe en la humanidad. Perdí todo lo que daba sentido a mi existencia. Me aniquilaron como hombre para reducirme a la nada.


Argumento

 

En este entrañable libro, el anciano de 100 años Eddie Jaku, narra, con crudeza pero con su enorme ternura, lo peor que un humano puede sufrir en la vida, su experiencia en la alemania nazi siendo un judío apresado, sus brutales torturas en los campos de concentración, el asesinato de toda su familia, y todo con una sencillez que estremece. Narra cómo, increíblemente, pudo sobrevivir física y psicológicamente a esta desgraciada locura sinsentido, en qué se apoyó para resistir, a pesar de la malnutrición, el frío, el hacinamiento y los constantes golpes, en ese infierno humano que construyeron el demente Hitler y sus acólitos. 

Y a pesar de todo, Eddie salió de allí y pudo rehacer su vida, nunca mejor dicha esta frase, a pesar del inmenso dolor interno, cómo pudo reconstruir desde ese solar su vida y vivir una vida sana y productiva. Este libro y este hombre, entrañable todo, resulta un magnífico ejemplo vital.


Una vez me topé con un soldado alemán que me golpeó y me dio un puntapié al tiempo que ordenaba que me diese prisa. En esa ocasión, me detuve, lo miré fijamente a los ojos y le pregunté:

—¿Es que no tienes alma? ¿Es que no tienes corazón? ¿Por qué me golpeas? ¿Quieres cambiarte por mí? ¿Quieres que me lleve tu ropa y tu comida y veamos quién trabaja más duro?

Ese tipo jamás volvió a ponerme la mano encima. No era tan valiente ni tan abominable cuando se encontraba a solas.


Lo mejor

 

Mucho bueno en el libro. No es un brillante estudio psicológico de la resiliencia o de la ideología del odio que es el fascismo, esa “religión del nacionalismo” como dice I. Bolinaga en su libro “Breve historia del fascismo”, ni tampoco es una apuesta new age por “perdonar y sonreír y que lo externo no tiene importancia”. Es más bien un texto con la fuerza de las experiencias más brutales que pueda vivir una persona y su cruenta lucha por sobrevivir. Recuerda mucho al gran libro “El hombre en busca de sentido” del gran Viktor Frankl. Mucho se puede aprender de él, mucho nos inspira a reflexionar.


Otto von Bismarck, el primer canciller de la Alemania unificada, ya advirtió al mundo sobre el pueblo alemán: con un buen líder, formaban la nación más poderosa de la tierra; con un mal líder, eran monstruos. Para los guardias que nos oprimían, la disciplina era más importante que el sentido común. Si a un soldado se le ordena que marche, marchará. Si se le ordena que dispare a un hombre por la espalda, lo hará, y en ningún momento cuestionará la moralidad del acto. Los alemanes hicieron de la lógica una religión, lo que los convirtió en asesinos.


Lo peor

 

Hay quien no quiere exponerse a lo “feo”, quien desde un buenismo (bondad sin cabeza) dice que el mal no existe y los psicópatas tampoco, solo hay personas con otra opinión de las cosas (?). Puede resultar duro para quien prefiere mirar a otro lado que mirar a la vida, con sus cosas terribles y sus milagros cotidianos, esos que Eddie cuenta por docenas.


En Auschwitz lo importante era la supervivencia, pero habría sido imposible sin un buen amigo. Sin los gestos de amabilidad y amistad de otras personas que se desvivían por ayudarme, yo no habría aguantado un mes.


Qué puedo aprender de este libro

 

Nos golpea en esa idea tan integrada en nuestra psique de que “las circunstancias lo pueden todo” y en esa búsqueda infructuosa del “no sufrir” en que nuestra cultura se basa tanto. Una vida con enorme sufrimiento es la vida vivida por quien, a los cien años, se considera “el hombre más feliz del mundo”, ¡olé tus huevos, Eddie! Me hace recordar lo que decía Mandela en su autobiografía “El largo camino hacia la libertad”, que ambientes muy duros crean seres extraordinarios, aunque nosotros intentemos por cualquier medio huir del más mínimo contratiempo o incomodidad.

Un libro fabuloso, nos muestra el mal, el bien, el espanto y la ternura, como diría Silvio Rodríguez, nos estremecerá a poco que tengamos corazón.


En este momento histórico, donde parece que el fascismo ha dejado de ser algo horrible de lo que huir (en una brillante “noticia” los siempre jocosos de “El mundo today” dicen que a partir de ahora en la películas de Indiana Jones se aclarará de antemano que los nazis, contra los que lucha Indiana, son los malos, por si las dudas). El fascismo y el odio que lo nutren están de moda, los partidos fascistas o pseudofascistas son tendencia. (Recordemos que el fascismo es una ideología marcial, autoritaria, nacionalista hasta la muerte, un antihumanismo, es decir, poner las personas por detrás de su loco paraíso de patria, un populismo de manual, vacío y yermo, un sueño de tener una nación racialmente pura, si es un fascismo racista como el nazismo). Cada vez con menos rubor decimos que sí, coño, que ya está bien, que alcemos nuestra voz, que nos defendamos y expulsemos a los otros, a los que “se aprovechan” de lo que hemos construido y vienen a violarnos y a robarnos. Cuantísima ignorancia en esas actitudes. Ignorancia de no ver la realidad, que no es esa en absoluto, ignorancia en no ver las consecuencias de regar esa planta llamada odio, el veneno de los venenos según la psicología budista, la ignorancia de hacer un nosotros pequeño, cada vez más pequeño hasta que muramos de implosión y de tragar nuestra propia psique macerada en odio, patología y frustración. El sabio Eddie dice: “todos salen perdiendo ante el fascismo”. ¿Tendremos que verlo in situ para comprobar sus palabras??.


Las conclusiones finales, sencillas y preciosas, encontrar la felicidad donde está, en lo sencillo, en las relaciones, en la vida bella, me parecen dignas de un ser sabio, como es Eddie.

Por todo ello, te aconsejo mucho su lectura.



Esto es lo más importante que he aprendido jamás: el mayor logro de una vida es ser amado por otra persona.

No me canso de repetirlo, especialmente a los jóvenes. Sin amistad, el ser humano está perdido. Un amigo es alguien que te recuerda las ganas de vivir.



Jamás perdí la perspectiva de lo que implica ser civilizado. Yo sabía que de nada serviría sobrevivir si para ello me veía obligado a convertirme en un ser ruin. Nunca perjudiqué a otro prisionero, jamás robé el pan a otro hombre, e hice cuanto pude para ayudar al prójimo.



Sin embargo, a veces a los alemanes de buen corazón les resultaba difícil darse a conocer, pues debían cerciorarse de que podían confiar en ti. Si los pillaban ayudando a un judío, eran condenados a muerte. Los opresores tenían tanto miedo como los oprimidos. Esto es el fascismo, un sistema donde todos son víctimas.

 


A veces, cuando nos sentamos delante de la televisión por la noche con una taza de té y galletas, pienso «Qué afortunados somos». En mi opinión, esa es ciertamente la mejor venganza, y es la única venganza que me interesa: ser el hombre más feliz de la tierra.

 


Así que no odio a nadie, ni siquiera a Hitler. Pero no le perdono; si le perdonase, traicionaría a los seis millones de personas que murieron. No hay perdón. Al decir esto, hablo en nombre de los seis millones de personas que no pueden hablar por sí mismas. Pero también vivo por ellas, y de la mejor forma posible.


Me prometí que cuando dejara atrás las peores horas de mi vida sería feliz durante el resto de mis días y que sonreiría, porque, si sonríes, el mundo también lo hace. No todo es felicidad en la vida. A veces hay muchos días difíciles. Pero has de recordar que tienes suerte de estar vivo; todos tenemos suerte en este sentido. Cada respiración es un regalo. La vida es hermosa si permites que lo sea. La felicidad está en tus manos.


Por favor, cada día, recuerda esto: sé feliz y haz feliz a los demás también. Hazte amigo del mundo.

Hazlo por tu nuevo amigo, Eddie.


Actualmente hay negacionistas del Holocausto, personas que niegan lo que ocurrió. ¿Es posible? ¿Adónde piensan que fueron a parar seis millones de judíos? ¿Dónde creen que me hicieron este tatuaje?


 

 

 

 

 

 

 

 

No hagas montañas de granos de arena

 

No hagas montañas de granos de arena - Rafael Santandreu (2024)

 

“Todo lo genera nuestra mente. El bien y el mal. Lo bueno y lo malo. La gloria y el desastre. El juego está dentro, no fuera. Aunque, una y otra vez, nos parezca lo contrario”

“Hace siglos, muchos filósofos se dieron cuenta de que, por increíble que parezca, lo que nos afecta no es lo que nos sucede, sino lo que nos decimos acerca de ello. Y eso lo cambia todo. Nuestro diálogo interior es el director absoluto de esta obra de teatro”

“Aparte de ser más felices —ya que no nos amargamos tontamente—, no terribilizar tiene tres grandes ventajas: 1) Encuentras nuevas oportunidades. 2) Hallas mejores soluciones. 3) Tienes más ganas de hacer cosas (¡incluso de cambiar el mundo!).”

 

Argumento

 

Un nuevo libro del famoso psicólogo cognitivo Rafael Santandreu, que, aunque como el resto de libros publicados por este autor tiene muchas sombras en mi opinión, sigue poseyendo esa energía inspiradora que hace de este libro merecedor de ser leído.
En este libro sigue la dinámica de sus tres primeros libros (El arte de no amargarse la vida, Las gafas de la felicidad y Ser feliz en Alaska), esto es, hacernos entender con ejemplos intensos y extensos el principio básico de la psicología cognitiva, basada a su vez en la filosofía estoica y un principio fundamental para la vida humana, como dijo Epicteto: “No son las cosas que nos pasan las que nos hacen sufrir, sino lo que nosotros nos decimos sobre esas cosas”.
Sobre este principio fundamental, nos damos cuenta, como lo hicieron todas las tradiciones espirituales y las filosofías profundas, podemos elegir o gestionar nuestras emociones, pues como dice el psicólogo Charles Tart “no vivimos en la realidad sino en un simulador de la realidad”, lo cual no significa que esto sea fácil ni sencillo, sino todo lo contrario. En base a esta idea y el desarrollo de esta idea por esta corriente psicológica, Santandreu nos pasea por muchos lugares y ejemplos diversos de personas que realmente han podido vivir vidas extraordinarias con circunstancias muy complejas. Y todo ello resulta muy inspirador.

 

Lo mejor


Como pondré a continuación, este autor y sus libros me resultan muy ambivalentes. Por un lado, son muy inspiradores, activan el “sí se puede” de una forma sensata, lo cual no es poco para nuestra época polarizada entre un pesimismo y nihilismo abrumador y una new age y pensamiento mágico bastante lamentable.
He invitado a muchos de mis clientes de terapia a leer sus libros y muchos de ellos han salido encantados, inspirados, con una especie de magia positiva y una creencia fundada en que tenemos la capacidad de vivir mejor, que nuestra vida está en nuestras manos, si hasta las personas con vidas más complicadas (o precisamente por eso, como decía B. Brecht “de los callejones sin salida surgen las revoluciones”) han podido tener vidas extraordinarias educándose emocionalmente (en general ellos a sí mismos)
Esta magia, esta inspiración que genera a muchos es sin duda lo mejor de este libro (y del resto de este autor).

 

Lo peor


A veces me parece que leer este autor es como comer un pescado, puede estar muy sabroso, pero tiene peligrosas espinas. Las espinas tienen que ver, en mi modesta visión, con sus ideas sui generis en muchos aspectos, sin pizca de sentido común. Yo en cada libro que leo me paro en algún momento para decir “este tío, o esta tía, es idiota”. Por supuesto que es lo normal, no voy a estar de acuerdo con el autor en todo, rara vez me pasa eso. Digamos que con este autor me pasa varias docenas de veces. A veces ideas que me parecen absurdas, como, por ejemplo, decir que estar en una secta es algo maravilloso (sobre la secta de Osho en este libro) o que un problema social es estar reprimidos sexualmente (a mí me parece todo lo contrario) en otro libro, o muchas otras ideas disparatadas en mi falible opinión.
Algo tampoco positivo es no recalcar que esta positividad no tiene nada que ver con ese “pensamiento positivo”, esas ideas new age tan nocivas. Creo que esas ideas new age, tipo “ley de la atracción” y esoterismo barato son la religión de una cultura muy vacía y superficial que es la nuestra. Esas ideas no ayudan a mejorar la vida, justo al revés, hipnotizan a las personas, las hacen vivir en un teatrillo donde engañarse y negar la realidad y sus sentimientos verdaderos, huyendo de la autenticidad es “la clave para ser feliz”. Me parece una religión tóxica (quizás toda religión es tóxica cuando es una autohipnosis para huir de la realidad).
Quizás el autor debería recalcar que trabajar para mejorar internamente no es acercarse a esta pantomima del pensamiento positivo (recomiendo el libro El Antídoto para profundizar en ello), justamente al revés, es trabajar duro no para hipnotizarte sino para hacer las paces con la vida y con el dolor.

 

Qué puedo aprender de este libro

 

Desde esta visión ambivalente, este libro es muy aprovechable. Una vez un cliente después de leer uno de sus libros me dijo: pues mira, tiene cosas buenas, pero acabo con la sensación de que si no eres feliz cada momento y vas flotando por la vida, eres medio gilipollas”. Le dije que yo tenía exactamente esa opinión, que se pasa de “buenrollismo”. Pero esa magia de activar nuestra autorresponsabilidad es algo extraordinario. Las personas, mas las que han sufrido más, tienen poderosos mecanismos de defensa a los que han llegado después de mucho dolor. Solo con algún tipo de seducción profunda, eso es en parte una terapia, se arriesgan a salir de ese dolor y aventurarse a ver si en realidad hay algo más. Este libro ayuda mucho en ese sentido, es por eso que lo recomiendo mucho.

 

 

 

Contra la revolución sexual - Louise Perry (2023)

 

Contra la revolución sexual


Argumento


A primera vista, por el título de este libro, puede pensarse que es la obra de un nuevo o nueva moralista ultraortodoxa que viene a decirnos que debemos volver a las costumbres y valores clásicos: la represión sexual, el compromiso de por vida para tener sexo, y además solo con afán reproductorio. En absoluto es así. 

La autora es una mujer joven, feminista, aunque muy crítica con algunas corrientes o ideas del feminismo y que no pretende de ningún modo eliminar los derechos sexuales que tenemos las personas en algunos países (en otros esto es impensable) y que tanto ha costado conseguir, sino más bien, reflexionar sobre estas costumbres y si realmente son lo que queremos, lo más sano y adecuado para tener vidas saludables y dignas de ser vividas.


La tesis principal de la autora, que va desarrollando brillantemente a lo largo del libro, es que la llamada revolución sexual que empezó hace unas décadas, ha sido positiva en muchas facetas, nos liberó de unas costumbres sexuales anacrónicas y excesivamente represivas, pero también ha sido muy negativa en otras. 


Para la autora el sexo es muchas cosas, algo fascinante y con mucho potencial, pero desde luego, no hay que ser especialmente culto para darse cuenta de que es algo que, en su mal uso, ha generado y genera un inmenso dolor a muchísimas personas, en especial mujeres. Uno de los primeros ejemplos que pone es la pobre Marilyn Monroe y su vida como mito sexual, su durísimia vida por tener la dudosa suerte de ser muy sexy y atractiva, una vida llena de abusos, violencia sexual, brutalidad y abortos hasta dañar sus órganos genitales.


“En este libro voy a argumentar que la cultura sexual occidental del siglo XXI no equilibra de manera adecuada estos intereses, sino que, más bien, fomenta los intereses de los Hugh Hefners (depredadores) de este mundo por encima de las Marilyn Monroes (víctimas)”


Detrás de esta relación bastante compleja, y en muchos casos tóxica, de nuestra cultura con el sexo hay muchos planteamientos exagerados, vacíos, fuera del sentido común. Desde luego que la clásica relación con el sexo propuesta, o más bien durante mucho tiempo impuesta, sobre todo a las mujeres, es una absoluta burrada, basada en la represión, el concepto de pecado y la dominación masculina y el sometimiento femenino. Desde luego que era preciso que esa moral fuera superada, pero irse al otro extremo, al “todo vale”, quitarle toda importancia al sexo, como una actividad más, como tomar un café o dar un paseo no es menor majadería (dice la autora y no puedo estar más de acuerdo).


“Se trata de la idea de que el sexo no es más que una actividad de ocio impregnada de significado solo si los participantes deciden dárselo. Los defensores de esta idea afirman que el sexo no tiene ningún carácter especial intrínseco, que no es esencialmente distinto de cualquier otro tipo de interacción social y que, por tanto, puede mercantilizarse sin que suponga ningún problema. El sociólogo Max Weber describió el «desencanto» del mundo natural que resultó de la Ilustración, pues el ascenso de la racionalidad eliminó la sensación de magia que este «jardín encantado» había tenido antes entre las personas de la premodernidad. En un sentido muy similar, el sexo ha quedado desencantado en el Occidente posterior a la década de 1960, dejándonos con una sociedad que (aparentemente) cree que el sexo no significa nada.”


Esa banalización del sexo es uno de los pilares de esta revolución sexual que, como suele pasar tantas veces, algo tan humano, va del negro al blanco, del nada vale al todo vale, y con consecuencias gravísimas. El sexo como mero intercambio de fluidos, como apareamiento animal, como actividad lúdica en un salvaje hedonismo, es una degradación absoluta del sexo como actividad y del humano que lo practica. Las consecuencias de esta trivialización son muchas y nocivas: desde el establecimiento de relaciones sin contenido, a la proliferación de una pornografia que por su accesibilidad y su contenido (extremo, violento, explotador) resulta muy tóxica y peligrosa, el ascenso por tolerancia (como ocurre con cualquier droga) a cotas cada vez más altas de perversión donde poco o nada importan las mujeres o los niños que sufren estas nuevas y audaces formas de consolar y sublimar nuestros deseos. 

¿Y qué significa que el “sexo no es nada”? Pues entre muchas cosas:


“El jefe que espera favores sexuales como condición para un ascenso, o la cita que espera que una mujer «se abra de piernas» cuando él paga la cena, están más que dispuestos a aceptar el principio del desencanto sexual y, por tanto, ver el sexo como un producto de intercambio carente de importancia en un mercado libre («Tú me la chupas, yo te doy algo de valor equivalente.”


Desde luego que la autora no parte de la premisa de “la maldad del sexo” o de la “perversión de la carne o de la tentación”, como decían la mayoría de las religiones, si dijera esto yo no estaría hablando del libro, pero sí parte de la premisa fácilmente aceptable de que el sexo, siendo algo mágico y hasta místico, como tan profundamente investigaron en muchas tradiciones espirituales como el Yoga, el Taíismo, el Budismo Tántrico, etc., es también algo con un potencial destructivo inmenso, tanto para uno mismo, por su poder de corromper y hacernos adictos (yo digo que la adicción es el infierno en la tierra), como por su poder externo, seguramente después de la violencia, el factor que más dolor ha provocado en el mundo.


La autora critica, desde su postura feminista, el feminismo liberal, esto es, creer que el deseo lo explica y lo justifica todo. En este sentido habla del concepto de “sociosexualidad”, que es la orientación a la poligamia, a tener muchas parejas. En esta faceta, por factores culturales, pero también y, sobre todo, (hay muchos estudios que apuntan esto) por factores biológicos, las mujeres puntúan mucho más bajo que los hombres. Pone el ejemplo de un estudio en el cual varias mujeres de normal atractivo proponen sexo a hombres al azar y muchos de ellos aceptan y, al contrario, hombres proponen sexo a desconocidas y ninguna acepta. El sentido común nos dice que el impulso sexual en los hombres tanto al sexo en general como a tener más parejas sexuales es mucho mayor, lo cual no dice que todos los hombres seamos unos salidos y a las mujeres no les guste el sexo, pero hombres y mujeres no somos iguales. Esta es otra idea errónea de la revolución sexual, hombres y mujeres somos iguales y por tanto, hemos de disfrutar igual de nuestra sexualidad. 


“La ideología liberal nos lisonjea diciéndonos que nuestros deseos son buenos y que podemos encontrar sentido en el momento de satisfacerlos, cualquiera que sea el precio”


“Se dice que aquellos que tienen una puntuación relativamente baja en esta dimensión poseen una orientación sociosexual limitada: tienden a la monogamia, al noviazgo prolongado y a una pesada inversión emocional en relaciones a largo plazo. Los que están en el extremo más alto de la sociosexualidad tienden a la promiscuidad, son rápidos a la hora de tener sexo y experimentan bajos niveles de intimidad en las relaciones románticas”


La autora dice que en base a negar la represión que tantos años ha acosado brutalmente a la mujer, un tipo de feminismo radical la ha empujado a un tipo de sexualidad vacío, esporádico, que gusta más a los hombres (a los hombres más superficiales y descerebrados, diría yo). Es decir, que las mujeres han salido de una cárcel, la de la represión, para ser empujadas sutil pero intensamente a otra, la de “hagas lo que hagas, quítate las bragas” (perdón por la grosería). Y este sexo sin más tiene como base el esnobismo cronológico:


“C.S. Lewis acuñó la expresión «esnobismo cronológico» para describir «la aceptación acrítica del clima intelectual propio de nuestra época y la asunción de que todo lo que ha quedado anticuado queda, por ese motivo, desacreditado”


Personalmente he tenido terapia con algunas mujeres que me han confesado su libido y su gran apertura sexual, y he tenido también adictas al sexo, estas adicciones, como suele pasar, las han embrutecido mucho. A pesar de ello, ante esta capacidad para tener esta sexualidad, solo puedo decir, benditas las personas que han luchado para establecer esos derechos, permitir que cada uno exprese o viva su sexualidad como le parezca. El problema es la cultura hipersexualizada, con una relación tóxica ante esta faceta, que ha puesto, seguramente para compensar sus enormes vacíos espirituales y emocionales, el sexo en el centro y el hedonismo (placer igual felicidad) como centro vital, como objetivo final.


“Por supuesto que hay mujeres que disfrutan del sexo sin compromiso, una vez sopesados los riesgos y las ventajas, que lo que les conviene es buscarlo. Lo que cuestiono es la afirmación de que una cultura de sexo sin compromiso supone, en cierto modo, un beneficio para las mujeres como grupo”


Lo mejor

 

Me parece un libro arriesgado, audaz, que camina por estrechos y sinuosos senderos y lo hace con valentía, tacto y brillantez.


Lo peor

 

A veces puede resultar algo confuso, enfadará a aquellos a aquellas que entienden el sexo como fin último, como el paraíso, y no entiendan que es una calle cortada, que poner el sexo o cualquier otro placer en el centro de la vida genera muchas víctimas, primero uno o una misma, y quizás muchos otros, los “parias” del mundo, carne de pornografía, prostitución, abuso y tortura sexual.


Qué puedo aprender de este libro


El sexo es una poderosísima fuerza, y como dice el refrán chino: “todo lo que tiene cara tiene cruz y cuanto más grande es la cara más grande es la cruz”. Pero en esta cultura y en este tiempo nuestro, tan vacío y superficial, decidimos hace tiempo que, en contra de lo que decían los clásicos y en parte la sabiduría heredada (“esos ignorantes precientíficos”), el sexo es rotunda y totalmente bueno, sin peligro alguno. Hace mucho que nuestra cultura concluyó que el dinero y el sexo son rotunda y totalmente buenos, ergo, CUANTO MÁS, MEJOR (sin más consideración); con lo cual la famosa frase de San Agustín “Ama y haz lo que quieras” se convirtió en “folla y haz lo que quieras” o “acumula y haz lo que quieras”. 


El sexo, hemos creído, es una rosa sin espinas, no hay nada malo en ello, es una actividad más. En realidad era esperable, una cultura vacía tiene un sexo vacío, es lo lógico, ¿no? Pero el sexo, como cualquier otro placer es algo mucho más complejo, algo peligroso. En las tradiciones espirituales orientales se ha dicho que el satisfacer un deseo es como beber agua salada. Parece que te calma, pero la sed vuelve al tiempo con mucha más fuerza, y si te empeñas en beber y beber de ese agua salada acabas bebiendo compulsivamente y estás cada vez peor. No se trata de huir del sexo o de cualquier otro placer, no se trata de mojigatería o puritanismo, en absoluto, el sexo es mágico y una fuerza extraordinaria, se trata de tomarlo con consciencia, con encuanimidad, con equilibrio, sabiendo que estamos jugando con fuego y nos podemos quemar, que puede ser un gran problema y hacernos sufrir a todos de forma brutal. ¿Acaso no hay bastante sufrimiento ya en el mundo para añadir un poco más?.


Por supuesto que desde otro punto de vista el sexo es un encuentro, es una unión profunda o un acercamiento al increíble misterio que es la vida y que el racionalismo radical y el funcionalismo negaron desde hace mucho. Yo creo que el sexo sin amor es como comer pan, puede que te quite el hambre y te llene, pero NO TIENE SABOR ALGUNO. 


Hemos perdido, en mi falible y, seguramente equivocada opinión, el norte en muchos aspectos y el sexual no lo es menos. La pornografia, siendo legítima bien realizada y utilizada (que no es el caso), está haciendo un daño terrible. Consumir pornografia a diario es una burrada, para niños y para adultos.

El gran psicólogo Alexander Lowen dice: “En la época victoriana se daba el amor sin sexo, lo cual llevaba a la neurosis. En esta época se da el sexo sin amor, lo que lleva al narcisismo”. Y lo escribe en un libro llamado “El narcisismo, la enfermedad de nuestra época”.


Estaría muy bien leer este libro para reflexionar si esta forma de relacionarse, tipo Tinder, tipo "hoy quedamos, y luego follamos”, es lo que realmente nos ayuda a crecer y vivir vidas mejores. 

Detrás de estas costumbres está seguramente el nihilismo, la negación de todo, y el carpe diem mal entendido; como dice aquella frase: “de esta vida solo sacarás lo que metas”. Si todo es un sinsentido, si la moral “es un invento humano”, si no existe lo bueno ni lo malo, puesto que todo da igual, hagamos lo que nos apetece, total, será el mismo caos pero, al menos, es divertido. ¡Qué ideología más retorcida e ignorante! 

¿Realmente queremos este tipo de sexo, este tipo de vida?

Invito a leer este libro con calma para reflexionar seriamente sobre ello.


“No deberíamos considerar a las demás personas simplemente como cuerpos de los que disfrutar. Deberíamos aspirar al amor y a la reciprocidad en todas nuestras relaciones sexuales, ya seas homosexual o heterosexual. Deberíamos priorizar la virtud por encima del deseo. No deberíamos asumir que tendríamos que actuar conforme a cualquier deseo que descubramos en nuestros corazones”


“cierto grado de represión sexual resulta bueno y necesario”


“Se trata de una representación cómica de una particular creencia de Freud que es popular en el Occidente actual y que tiene que ver con la represión sexual y la emocional. Este modelo entiende el deseo sexual como una cantidad fija que debe ser liberada periódicamente, ya sea a través de una relación sexual real o de alguna otra forma de «válvula de escape» como el porno.”


"El porno es al sexo lo que McDonald’s a la comida. Estas dos industrias capitalistas toman nuestros apetitos naturales, aprovechan los elementos más compulsivos y adictivos, los desnudan de todo lo que de verdad resulte saludable y, después, nos anima a consumir cada vez más. Ambos productos son ejemplos de superestímulos: versiones exageradas de estímulos que aparecen de forma natural y que se aprovechan de un deseo evolucionado de alimento, excitación y placer, pero de una forma inadecuada"


 

 

 

En defensa de la felicidad-Matthieu Ricard

 

En defensa de la felicidad


“Para el Dalai Lama, «la felicidad es el objetivo de la existencia». En cambio, el ensayista Pascal Bruckner afirma: «La felicidad no me interesa ". ¿Cómo es posible tener dos visiones tan opuestas de lo que para la mayoría de nosotros es un componente fundamental de la existencia? ¿Hablan esas dos personas de lo mismo? ¿No se tratará de un profundo malentendido sobre la definición de la felicidad?”


Argumento

 

Matthieu Ricard es un famoso monje budista francés, de formación biólogo, hijo de un famoso filósofo, y autor de numerosos y extraordinarios libros (El monje y el filósofo, En defensa del altruismo, El arte de la meditación, etc). En este libro, expone su visión budista y toda su inmensa experiencia como monje, viviendo rodeado de seres muy profundos (ha sido asistente personal del Dalai Lama) y toda una vida de estudio, meditación y extraordinarias experiencias. 

Alguien se puede preguntar: ¿Y para qué narices quiero leer yo un libro de inspiración budista, cuando a mí el budismo o cualquier religión me dan exactamente igual? Buena pregunta. En este sentido, tenemos que decir que el budismo es, más que una religión al uso, una tradición espiritual, esto es, un camino de desarrollo personal y profundidad que intenta, siempre desde la experiencia y la práctica, más que de la creencia trascendente, cultivar lo mejor de las personas. Seguramente todas las religiones fueron en su inicio tradiciones espirituales, pero, como bien sabemos, la mayoría acumularon tantas capas de “errores humanos” que perdieron todo o casi todo su valor. Sobre todo perdieron su “ascesis”, es decir, los caminos prácticos para cultivarse y que no quedaran como rituales vacíos, como formas de “a Dios rogando y con el mazo dando” o formas de control social, dicho todo esto con todo respeto. 

Esta tradición espiritual llamada Budismo, que significa despertar, ha pasado varios miles de años, desde su fundación por el Buda Siddhartha Gautama, estudiando la psique humana y sus venenos,  sus formas de enfermar y también de sanar. Es por esto, por su perspectiva profunda y con mucho que aportarnos, la razón de leer este libro.  En realidad no habla de budismo sino de ti, cada persona, su dolor, su posibilidad de vivir una vida no miserable, una vida más allá del egocentrismo, la neurosis, la confusión y el sufrimiento de ser cada uno el peor enemigo de sí mismo.


“Acaso la palabra está tan manida que, asqueados por todas las ilusiones y cursilerías que inspira, nos provoca rechazo? Para algunos es casi de mal gusto hablar de búsqueda de la felicidad. Cubiertos por un caparazón de suficiencia intelectual, se burlan de ella igual que de las novelas rosa.”


Lo mejor


Cómo es posible, se pregunta el autor una y otra vez, que siendo un tema esencial, nos interesemos, como sociedad y como individuos, tan poco en él. Pues básicamente por tres razones importantes: 1) la absoluta superficialidad de nuestra cultura 2) el poder de las filosofías new age y 3) el poder de la filosofía nihilista, intelectualista o pesimista.

Razón 1- la superficialidad. Yo personalmente digo que nuestra cultura es la más superficial de la historia. Estamos anestesiados de mil formas, desde, literalmente, por el abuso de medicamentos psicotrópicos y drogas varias, hasta el estrés que ha esquilmado gran parte de nuestra energía, como unas poderosas tecnologías que nos ha robado toda la atención y la mente, conduciéndola a la tontuna extrema, a la imagen y, como consecuencia, al vacío, a la nada. Estos seres vacíos y caprichosos, productos de diseño industrial, más que personas,  quejándose siempre de frío o de calor o de cualquier otra cosa, perdidos en la “necesititis”, como dice el psicólogo Santandreu ya no buscan cómo funcionan las cosas sino qué botón hay que pulsar. Esos seres son la antítesis del buscador espiritual. Plenamente imbuidos en un materialismo brutal, cualquier esfuerzo lo hacen en una sola dirección.


“No dudamos en estudiar durante quince años, en formarnos profesionalmente a veces durante varios años más, en hacer gimnasia para mantenernos sanos, en pasar gran parte de nuestro tiempo mejorando nuestro confort, nuestras riquezas y nuestra posición social. A todo eso dedicamos muchos esfuerzos. ¿Por qué dedicamos tan pocos a mejorar nuestra situación interior? ¿No es ella la que determina la calidad de nuestra vida? ¿Qué extraño temor, indecisión o inercia nos impide mirar dentro de nosotros, tratar de comprender la naturaleza profunda de la alegría y de la tristeza, del deseo y del odio? Se impone el miedo a lo desconocido, y la audacia de explorar el mundo interior.”


Razón 2- El poder de las filosofías new age. Las filosofías new age tienen su origen en el mundo hippie de los años 60. Era un movimiento contracultural, de protesta ante una sociedad extremadamente conservadora, machista, belicista y encorsetada. Este movimiento, con sus valores de pacifismo, amor libre, acercamiento a la naturaleza, acercamiento a las tradiciones espirituales, etc., tuvo un gran impacto social. No hay duda que aportó muchas cosas, pero también era un movimiento con muchas sombras: su tolerancia a las drogas y sobre todo su “todo vale”, su alergia a todo tipo de trabajo, disciplina y rigor. Digamos que fue un movimiento que se basó en tener exactamente los valores contrarios a los que estaban establecidos, no era un movimiento de construcción, sino de destrucción de lo anterior (y hacía falta seguramente). Las filosofías new age son dignas herederas de ese movimiento trasnochado. La falta de rigor en todas sus formas, el pensamiento mágico, el acercamiento sin profundidad o compromiso a las tradiciones espirituales como el Yoga o el Budismo (“me cansé del budismo Zen de la tele” dice Sabina en una canción), las creencias esotéricas donde basta con creer en algo para que esto se materialice por arte de magia, todo configura un “Bypass espiritual” como dice el psicólogo John Wellwood, una huida de los problemas a los “mundos de yupi”, un mirar y sonreír para que “se abran los chakras” y “el universo conspire” en tu dirección. Yo, en este mundo desde mi adolescencia, he huido con fruición de este ambiente de “iluminados buenrollistas” del “Namasté” o “Samanté”, que dicen Andreu Buenafuente y Berto. Podría escribir un grueso libro comentando mis “particulares” aventuras con personas adeptas a estas filosofías.

Estas filosofías new age, muy extendidas, han polarizado mucho la sociedad. O eres del rollo y “entiendes”, entonces la felicidad es algo muy fácil de conseguir, solo hay que sonreír y repetirse al espejo “eres la mejor y más guapa” varios centenares de veces al día y listo. Si eres del otro lado y ves con espanto este teatrillo esperpéntico, entonces te repites que esto de la “felicidad” es un asunto que incumbe a estos “frikis” y te alejas de estos temas para siempre. Es como si los ultras dominaran el fútbol y este se hubiera convertido en un tema de ultras. Qué triste.

“Mientras la insatisfacción y la frustración provocadas por la confusión que reina en nuestra mente sean nuestra realidad cotidiana, repetirse hasta la saciedad «¡Soy feliz!» es un ejercicio tan fútil como pintar una y otra vez una pared en ruinas. La búsqueda de la felicidad no consiste en ver la vida «de color rosa» ni en taparse los ojos ante los sufrimientos y las imperfecciones del mundo.”


Razón 3-el poder del pesimismo y el nihilismo. A veces parece que, como en aquel libro de S. Huntinton “El fin de la historia”, hemos llegado a la verdad de la verdad. La razón y sus hijas amadas, la ciencia y la tecnología han dado a luz la “verdad definitiva”, superando ya las viejas ideas y creencias subdesarrolladas, los viejos métodos que palidecen ante los nuevos y flamantes medicamentos y tecnologías que ya no precisan misterios ni dioses, normas o guías. Ante la persona vacía y desorientada se impone con total rotundidad una visión del mundo que se da por demostrada pero en realidad es solo una filosofía más, una muy oscura y que no se sostiene a sí misma, no es sostenible. La verdad es que occidente hace mucho que está a la deriva en muchos aspectos, que los cimientos de su forma de ver el mundo han sido construidos por “pecados originales” y filósofos e intelectuales pesimistas, o con serias patologías, como Hobbes, como Schopenhauer, como Nietzsche, como Freud, que nos han configurado una idea particular del mundo donde la felicidad es una ilusión estúpida de algunos que no se han enterado de “qué va la película”. 


“La negación de la posibilidad de la felicidad parece estar influida por la idea de un «mundo podrido», creencia ampliamente extendida en Occidente y, según la cual, el mundo y el hombre son esencialmente malos. Esta creencia proviene en gran parte de la noción de pecado original que, según Martin Seligman, Freud «llevó a la psicología del siglo XX definiendo toda civilización y sus elementos fundadores —la moral, la ciencia, la religión, el progreso tecnológico— como una defensa elaborada contra los conflictos básicos del individuo, tensiones que tienen su origen en la sexualidad infantil y la agresión. Reprimimos esos conflictos porque nos causan una ansiedad insoportable, y esa ansiedad se transmuta en una energía que engendra la civilización». Este tipo de interpretación ha llevado a numerosos intelectuales contemporáneos a concluir, de manera absurda, que todo acto de generosidad o de bondad es atribuible a una pulsión negativa.

Este «síndrome del mundo malo» pone en duda la posibilidad de actualizar la felicidad. El combate parece perdido por anticipado. Pensar que la naturaleza humana es esencialmente corrupta tiñe de pesimismo nuestra visión de la existencia y nos hace dudar del propio fundamento de la búsqueda de la felicidad, es decir, de la presencia de un potencial de perfección en cada ser.”



Esas tres razones, una u otra, dependiendo de cada cual, nos impiden investigar si esto de la felicidad es algo posible o merece la pena, al menos, interesarse por ello. En cambio, en la perspectiva budista, esta investigación es amplia y profunda.

Para la persona común, que está tan desorientada en una cultura muy desorientada, en mi humilde opinión, la felicidad tiene que ver con lo que se tiene (esto es un clásico) o tal vez sean pequeños momentos especiales (esta es una opinión muy extendida) o tenga que ver con el placer, con cuántas personas te acuestes, cuántas tartas de chocolate ingieras o cuantos países visites.

En cambio, para el autor, desde su perspectiva budista, la felicidad es un estado llamado Sukha, una disposición de la mente, digamos una “salud mental”, un bienestar basal. Con esta salud mental no somos invulnerables ni nos deja de afectar lo externo, pero tenemos unos zapatos y no andamos descalzos. Desde esta Sukha, no es que huyamos de los placeres o renunciemos a ellos, pero sabemos saborearlos sin apegarnos, sin volvernos adictos. Saboreamos sin adicción.

Desde la perspectiva budista, la felicidad es posible y tiene que ver con haber reducido los “venenos mentales” que nos esquilman este bienestar. Estos venenos, emociones tóxicas, son muchas, pero se pueden resumir en tres campos: odio/ira, confusión/ignorancia y apego/adicción.

En fin, algo muy distinto a nuestros juicios y nuestra forma de verlo.


"Entenderé aquí por felicidad un estado adquirido de plenitud subyacente en cada instante de la existencia y que perdura a lo largo de las inevitables vicisitudes que la jalonan. En el budismo, el término sukha designa un estado de bienestar que nace de una mente excepcionalmente sana y serena. Es una cualidad que sostiene e impregna cada experiencia, cada comportamiento, que abarca todas las alegrías y todos los pesares, una felicidad tan profunda que «nada puede alterarla, como esas extensiones de agua en calma bajo la tormenta."



Lo peor

 

Quizás lo peor del libro sea que nos puede aburrir en algún tramo en sus ideas budistas y a las que no estamos muy habituados, quizás a veces peca de poco conciso, pero muy pocas veces.


Cómo me puede ayudar a crecer

 

Este libro es fabuloso. Nos da una visión muy integral de un asunto capital, visión que mezcla su profundo conocimiento budista con muchas perspectivas filosóficas y con historias deliciosas. Qué sentido tiene leer tantos libros lamentables o vacíos, productos para vender, escritos por autores tan poco formados o tan poco abiertos y no haber leído este libro sabio. 

Si te importa la vida, tu vida, vivir una vida sana, más allá de ser una marioneta de tus traumas o de los dudosos valores actuales, hazte un favor y lee este libro, o mejor, como yo, léelo varias veces, estudialo. Merece la pena.


Los que esperan la felicidad y solo ansían placeres, riquezas, gloria, poder y heroísmo

son tan ingenuos como el niño que intenta atrapar un arco iris para hacerse una capa.

Dilgo Khyentsé Rimpoché


La mayor parte del tiempo, nuestra búsqueda instintiva y torpe de la felicidad se basa más en añagazas y en ilusiones que en la realidad. Pero ¿no valdría más transformar nuestra mente que agotarnos modelando el mundo a imagen y semejanza de nuestros fantasmas o modificando artificialmente nuestros estados de conciencia?


De hecho, si no hay paz interior y sabiduría, no se tiene nada para ser feliz.




 

 

 

Sanar las mentes para arreglar el mundo - Claudio Naranjo 2019


Sanar las mentes

 


Quién es Claudio Naranjo:


Hablar de Claudio Naranjo (1932-2019) es hablar de “un maestro de nuestro tiempo”, como se dice, diría aún más, uno de los mayores maestros contemporáneos que han existido. Su trayectoria vital es bastante espectacular, desde su Chile natal, nacido en una familia privilegiada, aunque no especialmente sana, hasta conocer personas singulares, lo cual le invitó a cultivar su gran curiosidad y su gran intelecto. 

Formado como médico psiquiatra, formación científica que nunca sobra, si uno sabe tomar lo aprendido con perspectiva, discípulo personal del, en mi opinión, mayor terapeuta del siglo XX, Fritz Perls, lector insaciable, iniciado por grandes maestros en las mayores tradiciones espirituales del mundo como el Budismo, cuarto camino de Gurdjieff, erudito en tantos ámbitos que leyendo sus libros uno se pregunta cómo un ser humano puede llegar a conocer tanto. 


Y esto no es algo baladí, puesto que si pensamos en la metáfora del elefante y los ciegos, atribuida a Buda, en la que se cuenta que somos como ciegos tocando un elefante, la realidad, y que creemos que la realidad es lo que hemos tocado, inconscientes de que solo hemos tocado una parte, Naranjo ha tocado muchas partes del elefante y, por tanto, parece que ha podido tener un boceto bastante completo del mismo. 

La capacidad de entrelazar todos esos conocimientos, desde la Gestalt a Nietzche o Marx, desde Gurdjieff al Budismo en cualquiera de sus formas, desde Freud a Fromm, desde la psicoterapia a la economía o a la política, y las conclusiones de toda esa enorme visión, es esclarecedora. 

Naranjo tuvo una vida increíblemente productiva, dejando un legado incuestionable; como  por ejemplo el tan de moda Eneagrama, que desarrolló él desde una base en Gurdjieff y un maestro suyo llamado Óscar Ichazo. Nominado a premio nobel de la paz, su vida, como digo, fue una aventura increíble, con momentos gloriosos y momentos terribles, como la muerte en accidente de su único hijo, todo ello reflejado en su autobiografía “Ascenso y descenso de la montaña sagrada”.

Personalmente, cuando veo a alguien leyendo algún libro de este “mercado espiritual”, libro de autoayuda escrito por personas de escasa formación o trayectoria vital y con el único propósito de ser vendidos como un moderno “crecepelo”, como un triste “engañabobos”, me imagino que en un gran banquete en el que hubiera una gran cena servida, un ignorante estuviera comiendo de la basura. Qué triste.


Argumento: 


En este libro, Naranjo resume sus conclusiones vitales y de su extraordinaria búsqueda que le ha llevado, como a un Indiana Jones de lo profundo, a toda clase de lugares externos, y sobre todo, internos. Voy a resumirlo en preguntas para que se entienda mejor.


-¿Por qué el título del libro? ¿Hay que sanar la mente y arreglar el mundo?

 

Absolutamente, Naranjo dice que lo que vemos cada día: injusticia, violencia, desigualdad, narcisismo (la enfermedad de nuestro tiempo, como dice el psicólogo Alexander Lowen), soledad, guerras, enfermedad mental paliada con psicotrópicos, etc. está ahí para quien lo quiera ver y no es algo en descenso sino todo lo contrario (si no lo crees mira los niveles de desigualdad del mundo y su evolución, por ejemplo). La ciencia y la tecnología han avanzado espectacularmente, pero no parecen haber eliminado ni achicado los grandes problemas: una sociedad en la cuerda floja, con cada vez más problemas, en un mundo en la cuerda floja, donde la naturaleza está diciendo “hasta aquí he llegado”. Parece que todo se aproxima a un naufragio, y, dice Naranjo, tal vez eso no sea tan terrible:


“Últimamente vengo diciendo que nuestra mayor esperanza es el naufragio, y al hablar de naufragio imagino el orden patriarcal como un gran navío en que nos embarcamos algunos milenios atrás y que se está hundiendo de forma bien visible.”


-Y en la visión de Naranjo, ¿a qué se debe esta degeneración del mundo?


Pues se debe a una degeneración de las personas y el culto a sus peores partes (narcisismo, violencia, agresividad, pereza, egoísmo, incapacidad de amar…). Y esta degeneración viene de una degeneración cultural que, a su vez, viene desde lejos.

Para Naranjo, como dijo el gran Gurdjieff y ha contrastado la ciencia, los humanos somos seres tricerebrales; cerebro anfibio, cerebro mamífero y cerebro humano o neocórtex. 

Naranjo los llama: cerebro padre, madre y  niño. El padre, hemisferio izquierdo, tiende a lo racional y también al control, la lógica y en su extremo, a la explotación, a la competición... Es padre porque es más masculino, aunque en todos los humanos tenemos estos tres cerebros. El cerebro madre, tiene que ver con lo emocional, o lo completo, con la intuición, en todas sus vertientes, y es madre porque es más femenino, aunque como digo, los tres están en todos. Y el tercero, o cerebro niño o instinto, es el cerebro primario, el que compartimos con todos los seres con cierta complejidad, y es niño, porque es más natural en el niño, aún no socializado o “castrado”.

Para Naranjo, el problema se creó hace mucho, las sociedades se volcaron hacia lo patriarcal, víctimas de escasez y por supervivencia, y después se forjó una cultura patriarcal, sin contrapeso en los otros dos cerebros. Una economía patriarcal, donde las personas están hechas para la economía y no al revés, unas religiones patriarcales, donde la punición y unos valores morales estrictos que justificaban la absoluta represión a los otros dos cerebros. Y así llegamos al ser humano del siglo XXI, ser vacío de profundidad, racional hasta lo ridículo, reprimido (o todo lo contrario, las polaridades se atraen como se dice en Gestalt) y finalmente,  y lo más importante, incapaz de amar realmente porque carece de la mínima salud y equilibrio para quererse a sí mismo. Y desde el rechazo u odio a sí mismo todo, excepto la demencia, es imposible.


“Me parece obvio que el problema de la civilización es que se ha fundado sobre la primacía de la agresión de la violencia sobre el amor y la libertad, lo que he venido proponiendo que interpretemos como el resultado del predominio del hombre sobre la mujer y los hijos, y que nos serviría, por lo menos, para comprender que nuestra crisis —como ocurre con aquellos que sufren una enfermedad infecciosa— es una fase de nuestra existencia en que no cabe más alternativa que sanar o morir.”


“¿No nos hemos dado cuenta aún de que somos una civilización canalla? Mucho lo hemos resistido, pues no queremos reconocernos cómplices en el espíritu egoísta generalizado que mueve tanto a los individuos como a la sociedad, y hemos preferido demonizar o mitologizar nuestra destructividad como un espíritu maligno cósmico o extraterrenal.”


-Y ante esto, ¿qué podemos hacer?


Pues ante este panorama bastante desolador, Naranjo propone dos soluciones: una macro solución, que él entiende que necesariamente tiene que ver con la educación. Un importante libro suyo se titula: “Cambiar la educación para cambiar el mundo”. Solo una educación que fomente personas y no predadores materialistas y adictos puede cambiar las cosas profundamente.

La segunda solución o microsolución está en el libro menos explícita, pero implícitamente nos viene dada en seguir sus pasos, los que llevaron a este autor a tener una vida excepcional, a ser un profeta en el desierto; ser un buscador, mirar adentro, buscar con absoluta firmeza (pues hay tanta basura en este campo) pero con absoluta fe en que es posible una bella vida aún en este manicomio que compartimos (en gran medida, también hay cosas extraordinarias, no seamos derrotistas). ¿Qué podemos encontrar en esta búsqueda? Pues caminos y seres extraordinarios: la psicoterapia, el budismo, el eneagrama, la meditación, los grandes filósofos como Sócrates y los grandes maestros como Buda o Jesús, hoy día o bien ignorados por “iluminados raritos que decían cosas muy raras” o adorados como “becerros de oro”.


“En un sentido amplio, podríamos describir la psicoterapia como un redescubrimiento moderno y una recombinación de dos vías ancestrales, la del autoconocimiento y la de la autoliberación, la de Dionisio y la de Apolo. Pero no solo eso, ya que un aspecto importante del proyecto terapéutico es la recuperación de una capacidad de amar que hemos perdido en gran medida y que, en la mayoría de las personas, se halla falsificada o pervertida sin que ni siquiera sean conscientes de ello”


“Sin embargo, es el cientificismo y no la ciencia propiamente dicha el que desestima cualquier autoridad distinta a la suya. Quizá algún día la ciencia logre depurarse de su arrogancia patriarcal”


“El mundo ha querido convencernos de que somos malas personas; hasta Freud lo creyó y, por lo tanto, debió de concluir que necesitamos una sociedad policial para mantenernos en vereda. Para el budismo, en cambio, somos budas que no nos hemos dado cuenta de nuestra naturaleza pura y deberíamos sanar de nuestra autoacusación crónica”


Lo mejor


Como Naranjo afirma en este extraordinario libro, es preciso buscar la virtud, es decir la salud física, mental y espiritual pues de ella nace lo sano. Yo digo que mientras San Agustín dijo: “Ama y haz lo que quieras”, yo voy un paso atrás y digo: Sánate y haz lo que quieras. O como dijo el polémico gurú Rajneesh, “el amor es lo que sale naturalmente de una persona afinada”. Igualmente, este libro es extraordinario porque lo escribe una persona extraordinaria, un maestro en mayúsculas, sin otra pretensión que dar su amor y lo que en su limitada mente humana (que nunca pareció menos limitada que en este hombre) concluye. Un libro a leer y estudiar.

Por supuesto, que sea un ser digno de admiración no quiere decir en grado alguno que tomemos su palabra como “palabra de ley” , no hay signo más inequívoco de inmadurez, esa incapacidad para “pensar en cabeza propia” y hacerse seguidor fiel de algo o alguien. Yo, desde luego, estoy en desacuerdo con lo que dice en algunas cosas, aunque en lo esencial, no puedo estar más de acuerdo


Lo peor

 

Quizás resulte complejo o difícil de entender en algunos momentos, aunque intenta ser siempre muy didáctico. Puede resultar repetitivo en sus ideas básicas.


¿Cómo me ayudará a crecer?


Leer, y diría estudiar, este libro te puede ayudar a tener en cuenta muchas cosas:


Creo que Naranjo, con la rotundidad de una figura ya tan mítica como su adorado Gurdjieff o su adorado Perls, nos dice a la cara las verdades incómodas y pistas para apurar nuestras opciones como personas y como sociedad. Merece mucho, por tanto, el esfuerzo de leerlo.


“En la reciente novela Cincuenta sombras de Grey, vemos la búsqueda de estímulos intensos para compensar la falta de ternura, que tiene la satisfacción de contar con ese tesoro que es amar a otra persona o a ti mismo. Perdemos lo sagrado, y ello necesita ser colmado por la voracidad, por el tener cosas, y en lugar de buscar buena gente lo que hacemos es buscar cosas.”


“Seguramente una sociedad equilibrada donde no prevalezcan ni los valores masculinos y competitivos ni los valores femeninos solidarios o los valores filiales y naturales dependerá de que sepamos fomentar tal equilibrio en nuestra consciencia individual.”


“En síntesis, entonces, nuestra vida implica un proceso de caída y rescate de nosotros mismos que depende de que sepamos sufrir nuestra enajenación y buscar nuestro «paraíso perdido» a través de la gran aventura universal del desarrollo sanador de la consciencia. Y en ese sufrimiento, esa búsqueda, y en nuestra gradual recuperación de la comprensión, del amor y de la libertad, está lo primero que podemos hacer ante el mal del mundo; pues, como decía Gandhi, conviene que encarnemos individualmente el mundo que queremos llegar a tener.”


 

 

 

 

 

 

 

Clics contra la humanidad - James Williams 2021

 

clics contra la humanidad


  “Se invierten literalmente miles de millones de dólares en encontrar la manera de conseguir que poséis vuestra mirada en una cosa y no en otra; que compréis una cosa y no otra; que os preocupéis de una cosa y no de otra. Este es, literalmente, el propósito de diseño de muchas de esas tecnologías en las que habéis depositado vuestra confianza para que os ayuden a pilotar vuestra vida.”

 

“La visión de Huxley, sostiene, se apoya en su predicción de que en el futuro los más temibles adversarios de la libertad no surgirán de nuestros miedos sino de nuestros placeres: no es la perspectiva de «una bota que patea un rostro humano… a perpetuidad» lo que debería quitarnos el sueño, sino el espectro de una situación en la que «la gente llegue a amar la opresión a la que se somete y adorar las tecnologías que la incapacitan para pensar».”

 

“La liberación de la atención humana podría ser la lucha ética y política decisiva de nuestro tiempo. Su éxito es requisito previo de cualquier otra lucha que quepa imaginar. Nos incumbe a nosotros, pues, la responsabilidad de modificar el cableado de estos sistemas de persuasión inteligente y nociva antes de que ellos modifiquen el nuestro. Para ello es preciso encontrar, entre todos, nuevas formas de hablar y abordar el problema, y reunir luego el coraje necesario para lidiar con él, por más que nuestras acciones resulten intempestivas e impopulares.”

 

“Pero, por grande que sea su potencial, estas máquinas maravillosas no están exactamente de nuestra parte. En lugar de secundar nuestras intenciones, se dedican a captar y monopolizar nuestra atención. En su competencia despiadada por «persuadirnos», por determinar nuestros actos e ideas conforme a sus objetivos preestablecidos, estas máquinas se han visto obligadas a recurrir a las astucias más mezquinas y rastreras del manual para apelar a nuestros impulsos más viles, a ese ser inferior que nuestra natura­leza más noble ha tratado siempre de combatir y superar. Para colmo de males, han desplegado los sistemas de computación más inteligentes que se hayan visto jamás con el solo propósito de captar nuestra atención y servirse de ella.”

 

“En junio de 2017, para llamar la atención en YouTube, un hombre tuvo la brillante idea de pedirle a su mujer, embarazada entonces de su segundo hijo, que disparara a bocajarro contra un grueso tomo que sostenía a la altura del pecho. La bala perforó el libro, alcanzó al hombre y lo mató. Como decía el artículo del New York Times que cubría la noticia:
Fue una muerte evitable, dijo el sheriff, promovida por una cultura en la que uno puede ganar dinero y adquirir cierta fama haciendo payasadas, siempre que consiga acaparar una buena cantidad de fieles seguidores en la red.”

 

Argumento: 

 

James Williams trabajaba de estratega en Google y, viendo el panorama, decidió salir de su importante puesto, estudiar filosofía y cambiar de tipo de vida. 

 

Desde su experiencia y las conclusiones sacadas en sus estudios, escribe este estupendo libro destapando muchas de las verdades de las tecnologías, cosas que muchos ya sabíamos o intuíamos, quizás no tan claramente como se expone en el texto, pero que todas juntas van exponiendo un panorama desolador y para llevarse las manos a la cabeza: la tecnología y en particular las redes sociales no han venido aquí para facilitarnos la vida, son empresas que no dudan en emplear las más viles y abyectas formas de persuasión para ganar dinero, cuanto más mejor, es lo único que les interesa. Pero para esa voraz hambre, tan habitual en nuestra cultura por desgracia, nos dejan tocados, como individuos y como sociedad. Dejan tocado ni más ni menos que lo más sagrado de nuestra vida, nuestra atención. 


La atención, como siempre se ha dicho en Oriente, es el volante de la mente, y la mente es el volante de la vida. Si la atención está dañada, corrompida, alterada, toda nuestra vida lo está. El autor nos dice que si alguien quisiera diseñar algún elaborado objeto para imbecilizarnos no tendría más que fijarse en el aparatito que llevamos en las manos o en el bolsillo cada uno de nosotros. Por supuesto que no se trata de convertirse en Amish y renegar de la tecnología y volver a la carreta y a los bueyes, es darse cuenta de lo que nos estamos jugando, de la génesis, el propósito y el desarrollo de esta tecnología “milagrosa” y su lado demoníaco.

 

Lo mejor: 

 

Supongo que cuando un “nativo digital” o alguien muy cercano a la tecnología oye a alguna persona no tan joven como yo hablar mal de la tecnología o de “los supuestos males” que esta puede traer, piensa “ya está aquí el yayo de turno criticando algo que no sabe usar o no entiende…putos yayos”.

 

En mi caso, y en el del autor del libro, no creo que cumplamos ese cliché. Yo desde mi adolescencia siempre he apreciado mucho la tecnología, y siempre he tenido y tengo una cantidad excesiva de aparatos tecnológicos, lo digo como confesión y con un poco de vergüenza. Desde luego que la no uso para videojuegos o redes sociales, sino para muchas otras cosas que adoro.


 Sé que las sociedades cambian y también comprendo lo mucho bueno que la tecnología, las redes sociales ha traído. Una vez en una sesión, un joven me dijo que yo “era un listo, que desde mi posición era muy fácil criticar las redes sociales, pero que me querría ver a mí con su edad, que si él no tuviera redes sería un paria social, un rechazado, un rarito”, ante lo cual le tuve que dar completamente la razón, aunque precisando que tener algo no implica tener que abusar de ese algo y pasar las horas muertas ante ello.

 

Mi visión, como la del libro, es que la tecnología tiene un poder brutal. Las mentes más brillantes están detrás de estrategias de captación brutales. El libro lo dice claramente, el reto de nuestra época es no ceder ante esta hipnotización colectiva, ante este robo de nuestra atención y por extensión de nuestra vida. 


La ecuación es sencilla: tecnología con poder brutal + personas brillantes y muy formadas en persuasión + cero escrúpulos (eso se supone a casi todos en nuestra cultura tan mezquina y avara) = manos a la cabeza.

 

El libro señala claramente lo que hay detrás de la tecnología, que no es “complot” del grupo Bildelberg ni de los “Illuminati”, sino el simple afán de ganar más (tan arraigado en nuestra cultura del tener) y que te importe un comino lo que hay detrás de ese más.

 

También señala muy bien algunos fenómenos que ocurren con esta nueva realidad como la oclocracia, “el poder de la muchedumbre”, que básicamente es este fenómeno de perseguir y aniquilar socialmente (y a veces materialmente) a personas que han hecho alguna burrada. Desde luego que expresar una opinión o denunciar algo es muy sensato por cualquier medio, pero de ahí al linchamiento hay un salto que estamos dando demasiado fácilmente. Volver al linchamiento, a las fake news, a las burradas que se hacen para captar likes es un serio retroceso en el desarrollo humano.

 

Lo peor:

 

Quizás lo que menos me gusta del libro es que el autor recurra a la filosofía para encontrar respuestas. No es mi lugar favorito para encontrarlas. Leer o estudiar filosofía es, en mi opinión, como buscar oro en un río en el que se supone hay oro: pasar muchas y muchas horas calentándose la cabeza para, tal vez, encontrar una pequeña pepita de tanto en tanto. La filosofía, al menos en su versión occidental, dejó de ser hace mucho una investigación de la realidad para ser un juego de ideas, más un entretenimiento que otra cosa. Los filósofos occidentales, lejanos de “la sabiduría del cuerpo” como llamaba Fritz Perls a la intuición, o el “amor a la sabiduría”, que es lo que etimológicamente significa, suelen confundir bastante más de lo que aclaran. Aun así, y comprendiendo que la mayoría en nuestra cultura tenemos la profundidad de un dedal, leer pensamientos ajenos que pretenden aclarar algo, aunque a veces no lo consigan mucho, es una forma de ponerse manos a la obra y estimular la profundización, quizás no es lo mejor, pero es algo.


Quizás las soluciones que el autor propone no sean de tanto calado como deberían, veo desde mi limitada y falible opinión.

 

¿Por qué leer este libro?


Con este libro te escandalizarás seguramente, verás lo que hay detrás del aparentemente inocente anuncio que aparece como por arte de magia, de ese like, sugerencia, de esa aparentemente inocente red que “une personas”.
Fomentará hacerte preguntas importantes: 
¿Qué le pasa a mi atención y a mi mente al usar la tecnología masivamente? ¿Es peligroso hacerlo? ¿Por qué pasamos cada vez más tiempo pegados al móvil? ¿Y los jóvenes, más indefensos ante todo ello, qué les pasará? ¿Realmente estoy utilizando bien mi tiempo, o lo estoy tirando a la basura? ¿Está bien sumarse a la campaña de acoso contra alguien que ha hecho algo malo e intentar destruir su vida? ¿Realmente tienen tanto poder las fake news, pueden cambiar gobiernos, derrotarlos?

Por todo ello, te aconsejo mucho leer este libro.

 

 

 

 

Naturaleza sagrada-Karen Armstrong 2022

 

 

 

"No podemos seguir subiéndonos a los aviones ni conducir nuestros coches o quemar carbón con la misma despreocupación de antes. Si queremos un mundo viable, hemos de despertar en nuestro fuero interno un nuevo sentimiento de veneración hacia la naturaleza, a semejanza del oficiante que aprendía a juzgar sagrado a un cordero normal y corriente. No podremos salvar el planeta si nuestra mente y nuestro corazón no experimentan un cambio radical, y eso será inevitablemente exigente. Es una transformación que no puede producirse de la noche a la mañana. También nosotros hemos de aprender a mirar las cosas de la naturaleza con reverencia, y eso demandará un esfuerzo sostenido, un auténtico cambio íntimo, mantenido con disciplina y compromiso."

(...)

"Por tanto, entrever la sacralidad del mundo natural exige un grado de quietud y soledad que es difícil de lograr en nuestros días. De hecho, da la impresión de que el silencio se nos ha vuelto extraño, tanto que muchas veces lo eliminamos deliberadamente de nuestras vidas."


Argumento


En este extraordinario libro, la reputada experta y erudita de religiones comparadas Karen Armstrong, desde su extenso conocimiento, desde su vida de profundidad y búsqueda, una genuina buscadora, desde sus notables obras como “La gran transformación”, “Doce pasos hacia una vida compasiva”, “Budha”, etcétera, obras todas muy recomendables, nos habla en este caso de la encrucijada en la cual se encuentra la vida humana y el mundo en general, con el evidente deterioro ecológico que estamos provocando y que nos está llevando a un callejón sin salida. Pero este problema no es casual, en su opinión, tiene que ver con nuestra forma de estar en el mundo, por habernos establecido en una desacralización total, en un ninguneo de la vida, de la naturaleza, perdiendo todos los valores que no sean la avidez hacia el consumo, un individualismo extremo (“ande yo caliente…”), el hedonismo y el culto al ego o egolatría. Estos valores, que de forma diferente pero complementaria argumenta el psiquiatra Claudio Naranjo en su libro “La agonía del patriarcado”, son los que están detrás de todo ello y más nos vale cambiarlos si queremos que nuestros hijos o nuestros nietos tengan alguna posibilidad.


Lo mejor

 

Armstrong señala una obviedad para todos excepto los que, como en la película “No mires arriba” (Adam Mckay-2021), se empeñan en negar lo obvio, lo que dicen la inmensa mayoría de los científicos (y no científicos): que hay señales inequívocas del brutal deterioro natural y que tiene que ver con nuestra voraz forma de vida y sobre todo con la emisión indiscriminada principalmente de CO2. A partir de esa obviedad y, desde su visión erudita en las religiones y tradiciones espirituales, nos dice que las causas son más profundas de lo que parece, tienen que ver con lo que somos como personas, como cultura, como mundo. 

Establece la hipótesis de que esta forma de vida, que nos ha acercado al desastre, tiene que ver con haber perdido la profundidad, con nuestra forma de ver la vida, con nuestros valores, contrastándolo con otras culturas y tradiciones espirituales. Hemos perdido la visión de la vida y  la naturaleza como un misterio, como algo sagrado.  En cambio, nos hemos convencido de que lo natural es un simple recurso a explotar, usar sin medida y a nuestro antojo. 

Y estos valores, a su vez, tienen que ver con muchas filosofías y planteamientos que se fueron estableciendo a lo largo de la historia de occidente, que es la cultura que marca el ritmo del mundo. 

Muchos factores influyen en este paradigma actual, en nuestros propios valores actuales. Por un lado, la implantación de la sociedad de consumo y el espíritu capitalista que nos arrastró en la idea terrible de que posesión y felicidad son sinónimos, y por tanto, apostar todo al “tener” en detrimento del “ser”. Por otro lado, el triunfo del Logos ante el mithos o mito. 

Esto último es especialmente importante: significa que después de muchos siglos de ignorancia científica, y a veces terribles supercherías y subdesarrollo, creamos la ciencia, el pensamiento científico o logos. Este logos, este pensamiento científico nos ha llevado muy lejos, como dice el físico Fritjof Capra: “El pensamiento científico nos permitió a los humanos llegar a la Luna ", y muchas cosas más, las comunicaciones, los transportes, la medicina. Los avances tecnológicos parecen auténticos milagros, desde luego. Pero eso no quiere decir que la ciencia  sea aplicable a todo y de toda manera, ese es nuestro gran fallo. Si apostamos todo a la ciencia, y en particular a las adoradas matemáticas y física, nos metemos en un lío.

Aplicando ese pensamiento, esa herramienta, lo que no puede ser entendido o tratado con ella y creyéndola todopoderosa, la piedra Roseta, directamente lo que no es susceptible de ser tratado por esta ciencia, no existe. Las emociones y la vida humana, en cuanto misterio insondable y no susceptible de tratarse científicamente, no existe. 

El mito, palabra hoy denostada, es otra forma de conocimiento. Es comprender de manera metafórica la complejidad y el misterio de la vida, porque no todo es controlable. Es un conocimiento metafórico, oral, que ve el bosque y no solo los árboles, es sabiduría compleja y completa y no un análisis pormenorizado.

Pongo un ejemplo para entenderlo mejor: Imaginemos que alguien va al médico porque siente que su mente se le escapa, que no puede parar de pensar, que tiene arrebatos terribles de ira o de pensamientos que parecen imparables. El médico, como buen científico, bien alejado del mito, claro, como debe ser, le hace unas breves preguntas y le receta un antidepresivo y le dice que si con esto no se siente mejor, le mandará a salud mental, donde un psiquiatra le ajustará la medicación. Como vemos, un abordaje del problema basado en la descomposición, en el desarmar la dificultad para tratarla, igual que se haría con un problema de matemáticas. 

Imaginemos que esa misma persona viene a verme a mí, que como terapeuta experimentado, trato de ver su contexto, trato de ver su tipo de vida, trato de profundizar en las cosas pendientes, es decir profundizo, que no desintegro su problema. Un abordaje completamente diferente. Desde la comprensión de la persona (no hay enfermedades sino enfermos, decía un tal Hipócrates) le trato de muchas formas, pero una fundamental, desde el mito. A esta persona que ha perdido el control de su mente le contaría un cuento, que es un pequeño mito. En concreto le contaría aquel cuento tan preciso y precioso: “una mujer va a un maestro y le dice que le de alguna instrucción espiritual para trabajar, pues va a tener unos días de descanso; el maestro le dice que puesto que no es una practicante asidua, le dará una instrucción sencilla: Simplemente, pasa estos días pensando y haciendo lo que quieras, pero no pienses en elefantes. La mujer se va extrañada y al volver le dice al maestro que: “fatal, fatal, fatal, cuanto más trataba de no pensar en elefantes, más venían, por la mañana, por la tarde, por la noche, al comer, al dormir”, entonces el maestro le dice que por fin sabe con quien vive, con su mente. 

Al contarle este mito, este cuento, le ayudaría a esta persona a comprender que en realidad su problema no tiene que ser necesariamente bioquímico, evidentemente, le pondría un marco de referencia en el que comprender que no es un ser humano enfermo, solo un ser humano, con la enfermedad que tenemos los humanos por serlo, nuestra mente en su vertiente oscura, pero que es algo corregible y le animaría a trabajar sobre ello, comprendería que, como ser humano es heredera y poseedora de una mente humana, algo poderoso y, si no se gestiona, algo terrible (Buda dijo: ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos”). El cambio de perspectiva parece bastante claro.


La autora prosigue profundizando en las tradiciones espirituales que contrastan en su relación con lo natural con la nuestra y nos va conduciendo a sus conclusiones, que solo con una profundización, con un cambio, con un acercamiento a la naturaleza, con la que hemos de conectar, reverenciar, amar, que está tanto dentro como fuera, que es parte de nosotros, podremos sobrevivir y permitir que el mundo no se destruya.


Lo peor

 

Como buena erudita, Karen Armstrong a veces abusa de sus conocimientos, a veces se recrea demasiado en ellos. Pero en este libro no resulta extenso ni pesado, a algunos resultará algo aburrido por momentos, pero desde luego compensa como el libro completo.


Cómo me ayudará a mejorar

 

Creo que este libro:

- me acercará a ver lo que clama al cielo, que el cambio climático no es un juego, que las personas en contacto intenso con la naturaleza pueden ver claramente el deterioro, desde el hielo a los arrecifes, desde las temperaturas a los desastres naturales, que los científicos nos repiten una y otra vez que es algo urgente, que no es un juego, que nos va la vida en ello

- nos  argumenta brillantemente las raíces o causas de este problema, qué es el problema humano, la pérdida de la profundidad, el haber devenido a consumidor habiendo perdido la humanidad, el haber puesto toda la energía en el "tener", habiendo sido arrebatado al " ser " como argumenta en su excelente libro “Tener o ser” el gran Erich Fromm; de haber creado dioses externos, fuera de la naturaleza, para así poder convertir naturaleza en algo mecánico, en algo a ser usado sin ningún miramiento ni escrúpulo.

- que, desde luego el protestar, expresar nuestro desacuerdo, aprender a consumir, ser de Greenpeace, etcétera tiene sentido, pero SOLO desde el cambio íntimo y profundo, solo desde el pasar a ser humanos de verdad, animales sagrados tan sagrados como el resto de los animales, volviendo al misterio de la vida, no teniendo que explicarlo todo, comprenderlo todo o dominarlo todo, acercándonos al misterio de la muerte, de la vida con las manos abiertas, enamorándonos de este precioso mundo. Ese es el camino según Karen Armstrong y desde luego estoy completamente de acuerdo.

Por todo ello, recomiendo mucho la lectura de este libro.


 

 

 

 

Sé amable contigo mismo - Kristin Neff 2016

 


“Cuando terminó sus estudios, Rachel juró que iba a cambiar. Después de leer algunos libros sobre pensamiento positivo, empezó a pronunciar afirmaciones positivas cada día, por ejemplo: «Soy una persona radiante de energía positiva» y «Cada día soy mejor en todos los aspectos». Intentó pensar en positivo en todas las circunstancias, aunque se sintiese muy mal por dentro. Mantuvo esa dinámica durante unos meses, pero le parecía muy falso y requería demasiado esfuerzo para ella. Rachel y yo hemos mantenido el contacto después de terminar nuestros estudios. Cuando le expliqué que estaba investigando sobre la compasión hacia uno mismo, al principio no se mostró impresionada. «¿No es una manera de adornar el hecho de que la vida es un asco?» Dado que éramos viejas amigas y ella valoraba mi opinión, consiguió vencer su resistencia inicial y escuchó mi explicación del concepto. Permaneció callada durante un momento; yo pensé que iba a hacer una mueca y a tirar por tierra todos mis argumentos, pero lo cierto es que me dijo que quería intentar ser más compasiva consigo misma y me pidió ayuda. ¿Qué debía hacer? Le expliqué lo que había hecho yo.”

 

Argumento


Viendo en frío el título de este libro podría pensarse que es otro libro de autoayuda chorra, de esos bienintencionados pero ingenuos y sin valor, o de esos puramente creados para vender, para el “mercado espiritual”. Pero en absoluto, estamos ante un libro extraordinario, escrito por una psicoterapeuta que lleva investigando en el tema varias décadas. A lo largo de sus páginas y con sólidos argumentos va presentando y profundizado en un tema crucial, en, como bien sabemos los terapeutas porque es nuestro pan de cada día, la viga maestra de la salud mental y vital; Thoreau dijo: “lo que una persona piensa de sí misma, (y sobre todo lo que siente, habría que añadir) marca su destino”.

Va respondiendo con estupendos ejemplos, sobre todo el propio, como buena terapeuta, a preguntas como: ¿Importa tanto lo que sientes sobre ti mismo? ¿Por qué sientes lo que sientes por ti? ¿Influye en ello la educación, la infancia, las relaciones…? ¿Qué es la autoestima y cómo se construye? ¿Hay que ser duro e inflexible con uno mismo para “triunfar en la vida”? ¿Cómo influyen nuestras emociones más íntimas sobre nuestra salud? ¿Qué es el crítico interno y por qué es cómo es? ¿Tiene este censor raíces filogenéticas, en la especie humana, ontogenéticas, en nuestro propio desarrollo como personas? ¿Es posible realmente cultivar una relación compasiva, amable con uno mismo, y si es así, cómo lo podemos hacer y que nos aportará esto?...

 

Lo mejor


Nuestra cultura, eligió hace mucho un materialismo y una superficialidad notables. Fruto de muchas variables; desde filosofías demasiado utilitaristas, religiones-empresas vacías de contenido, tecnologías muy sugerentes que nos hicieron sentir quizás más poderosos de lo que somos o de lo que es la ciencia, perdimos la profundidad. Perder la profundidad significó también perdernos en gran medida a nosotros mismos, el amor a uno mismo, que es el amor a la vida, que es la salud.
Cuando perdimos la profundidad, y por extensión las ganas de crecer como personas, perdimos gran parte del amor a uno mismo, esencia de todo. A consecuencia de esto, en occidente inventamos el concepto de autoestima y dijimos que una persona ha de quererse a sí misma y esto depende de la valoración que haga de sí misma (nivel de belleza, inteligencia, popularidad, etc.). Pero esto trae otro problema: si precisamos evaluarnos bien tenemos dos opciones:


1-forzarnos a ser tan delgados, listos, populares que nos encante vernos porque somos el “novamás”, algo bastante complicado de cumplir…


2-hipnotizarnos, engañarnos, repetirnos continuamente (sin importar veracidad alguna) que somos los mejores, los más guapos, que todo está bien, que no existe lo feo, que todo es una balsa de aceite. Esto es la base del pensamiento positivo, una huida a ninguna parte, en mi opinión.

 

Ante ese panorama, afortunadamente hay otra solución, y es dejar de jugar a “los juegos del Ego” podría llamarse la peli, y dedicarse a cultivar la propia aceptación, la compasión interna, el conocimiento de uno mismo y el conocimiento de esas introyecciones (ideas que nos han metido en la cabeza), utilizando para ello todos los medios que la fomentan, desde el mindfulness al autoconocimiento de lo que nos arrebata ese amor propio.

Todo este libro viene a transmitir ese inmenso mensaje. Y lo hace brillantemente, la autora, como buena terapeuta, habla con su corazón y no con unos fríos datos que aprendió no sé dónde. Pone su corazón en la mesa y nos dice que, como dice la canción de Aute “nos va la vida en ello”.

 

Lo peor


Quizás pueda resultar pesado para algunos, quizás demasiada teórico para otros. En mi opinión, se lía mucho en algunas definiciones como la de la autoestima, el narcisismo. Desde luego yo no estoy de acuerdo en algunas de las ideas que expresa, como es natural, pero lo que aporta, su visión y profundidad son excelentes.

 

¿Cómo me a ayudar a crecer?

 

Te va a ir convenciendo de:

 

 

Por todo esto, por la importancia del problema, por el enfoque profundo y realista, por su vocación práctica, por su invitación a la reflexión, recomiendo mucho leer este libro y no leerlo como quien lee una revista o un cómic, sino estudiarlo, releerlo, trabajarlo.

 

 

 

 

 

El Valor de la atención -Johann Hari 2023

 

“…lo que es más importante, según Sune: «Lo que sacrificamos es la profundidad en toda clase de dimensiones... La profundidad requiere tiempo. Y requiere reflexión. Si tienes que mantenerte al día de todo y enviar correos electrónicos constantemente, no hay tiempo para la profundidad. La profundidad vinculada con el trabajo en las relaciones también exige tiempo. Y energía. Y largos periodos de tiempo. Y compromiso. Y atención, ¿verdad? Todo lo que requiere profundidad se está resintiendo. Se nos está llevando cada vez más hacia la superficie».

 

valor de la atención

 

Argumento:


Johann Hari, periodista de investigación, pone toda su atención en la atención y su importancia, se sumerge exhaustivamente en este caso, en el tema de la atención, planteándose todo tipo de preguntas sobre ello: ¿es tan importante como se ha llegado a decir desde la psicología o las tradiciones espirituales? ¿Cómo nos afecta a nivel mental, emocional, vital? ¿Esta atención está tan dañada como se dice desde tantos ámbitos, y si es así, a qué se debe este daño?¿es reparable? ¿Qué está detrás de este daño: las tecnologías, tan adictivas e invasivas, la falta de sueño y de descanso, tan habitual en las sociedades industriales, el estrés, la dieta, la contaminación…?
Recorriendo el mundo y los expertos en la materia en busca de respuestas, Hari compone un libro muy completo, una investigación extensa e intensa y una visión de amplia perspectiva, pero no por ello falta de profundas conclusiones

 

Lo mejor:

 

Hari no se queda en la superficie ni en el tópico, contrasta opiniones, recorre el mundo en busca de quien tenga algo que decir sobre el asunto y no se queda corto en ver las consecuencias dramáticas de este modo de vida tan actual. Leer este libro con calma es alarmarse ante la realidad que tenemos, no solo a nuestro alrededor, sino en nuestra propia mente, cerebro, vida.

 

Lo peor:

 

Cuando un periodista investiga, lo hace desde fuera, desde una visión arbitraria o imparcial. Eso tiene su lado bueno, pero también que solo puede recoger información y transmitirla y tal vez extraer conclusiones de “experiencias ajenas”. Eso no le quita validez al libro si se sabe comprender que un periodista habla desde su herramienta y no desde su experiencia. A veces puede ser una yuxtaposición arbitraria de ideas, todas “igual de importantes”. Algunas ideas o conclusiones me parecen muy poco acertadas.

 

¿Cómo me puede ayudar a crecer?

 

Leer este libro es comprender la inmensa importancia de la atención en la vida y como la hemos subestimado y la destrozamos cada día en nuestra cultura y forma de vida. En las tradiciones espirituales orientales se dice que “una mente centrada, es una menta feliz y una mente dispersa, es una mente infeliz”. Siguiendo la ecuación; ¿en qué medida podemos ser felices unos seres, que a fuerza de entrenarse en la multitarea y el ir de rama en rama, como el mono famoso, hemos perdido (casi) toda la capacidad de centrarnos? ¿Qué sentido tiene el mindfulness (atención plena), tan de moda ahora, cuando en nuestra forma de vida solo fomentamos el mindlesness (desatención plena)? ¿Es posible hacer algo ante todo esto o solo queda dejarse llevar por la corriente a tener una vida chata, descolorida, gris, demasiado cercana a la patología?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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